¿Podemos percibir sin pensar? , Gérard Chin Rei Pilet


 

                     ¿Podemos percibir sin pensar?

En cualquier libro de texto de psicología para el uso de los estudiantes, se enseña que podemos distinguir en cada percepción tres componentes: un proceso neurofisiológico en conexión directa con el sistema nervioso, un proceso mental relacionado con el hecho de que cada percepción está asociada con un concepto ( por ejemplo el concepto de manzana cuando vemos una forma redonda que evoca este fruto) y un proceso emocional relacionado con el hecho de que el objeto de nuestras percepciones puede ser agradable, desagradable o indiferente ( me gustan o no me gustan las manzanas).

 Según esta enseñanza, percibir y pensar son, por tanto, dos funciones inseparables. Si nos colocamos al nivel de la experiencia habitual de que los seres humanos tienen percepciones, esto es cierto. De hecho, lo que muestra esta experiencia es que tan pronto como percibe una cosa, la inmensa mayoría de la gente la nombra, la interpreta, la compara con otra, le gusta o no le gusta, la califica como buena o mala, hermosa o fea, etc.

 A nivel práctico, este enfoque es por supuesto útil, pero también se debe saber cómo abandonarlo para soltar la dimensión relativa de lo real y abrirse a su última dimensión, y esto es lo que la gran mayoría de los seres humanos no puede hacer. Por lo tanto, una cosa percibida nunca se percibe en su desnudez, sino a través de todo un ropaje conceptual y afectivo que hace de esta cosa “mi” cosa, y no la cosa como tal. El mundo así percibido se convierte en un espejo de mí mismo y, a través de este enfoque mental de las percepciones, el ego no sólo se mantiene firmemente en su lugar, sino que consolida su consistencia ilusoria. Lejos de negar nuestro egocentrismo, nuestra forma habitual de percibirlo sólo lo fortalece.

Sin embargo, si esta es la forma habitual de percibir, no es la única posible. Hay otra, que el Maestro Dogen nos ofrece en el capítulo Yui butsu yo butsu, del Shobogenzo.: "Sabed, dice, que hay una pureza libre de todo juicio, aumento o disminución. Por ejemplo, cuando conozcas a alguien, no juzgues sus apariencias o cuando veas una flor, no le añadas ningún color o luz extra. Mira sólo la primavera tal como es y acepta el otoño como es, sin belleza ni fealdad. Pero no puedes deshacerte fácilmente de la idea de que lo que no está en ti está en ti”. En otras palabras, abandonad el enfoque mental de las percepciones, percibid sin que el pensamiento añada sus comentarios, comparaciones, voluntad de entender, asir y de etiquetar.

Esto no se hace solo, como reconoce el Maestro Dogen, y por eso es necesaria la práctica de un camino espiritual, en este caso zazen. Zazen practicado regularmente nos acostumbra a pensar sin pensar y percibir sin percibir, es decir, pensar y percibir desde un espacio de conciencia abierta, ampliado por el abandono del hecho de aferrar algo o rechazarlo. Es este nuevo espacio de conciencia el que permite que la percepción ya no sea prisionera de la cuadrícula conceptual proyectada en ella, sino que, al contrario, se experimente a partir de la conciencia original, llamada por el Maestro Dogen en este pasaje, “el rostro original”. Debido a que esta conciencia original es la expresión directa de lo absoluto, permite que las cosas, los seres y la naturaleza sean percibidos a partir de ella de forma absoluta.

 a no es una primavera percibida en comparación con el otoño o el invierno o una primavera percibida a través de mis preferencias o mis rechazos, es la primavera tal y como es. Del mismo modo el otoño, el invierno, el sonido del torrente del valle, el trueno, el canto del cuco, el rodar de las olas sobre las piedras, etc. Todo esto se percibe entonces como el sermón sin palabras del Tathagata. De tal escucha o de tal mirada emana una sensación de calma sutil que colma todas las carencias y, que, como un bálsamo, suaviza muchos sufrimientos.

Percibir a partir de uno, más allá del pensamiento, a partir de la fuente clara y luminosa de la conciencia original cambia totalmente la vida. La percepción a menudo aburrida, indiferente y estrictamente utilitaria que tenemos de las cosas, los seres y del mundo deja espacio entonces para una percepción nueva e intensamente viva en cada momento de la existencia universal en su plenitud.

Con todos mis deseos de feliz año nuevo y práctica cumplida

Gerard Chinrei Pilet

(20 de enero de 2022)

 Traducción:  Dojozen Genjo Pamplona/Iruña

 

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