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Mostrando entradas de junio, 2010

Compasión

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Fukanzazengi: Pías lecturas para el verano

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FUKANZAZENGI Para la difusión universal de los principios de zazen La Vía es fundamentalmente perfecta. Lo penetra todo. ¿Cómo podría depender de la práctica y la realización? El vehículo original del Dharma, el Orden Cósmico es gratuito, libre y desprovisto de trabas. ¿Para qué esforzarse? La totalidad del ser, el Cuerpo Universal está más allá del polvo del mundo. ¿Quién podría creer que existe un método para limpiar este polvo? El gran todo ni está separado, ni es distinto de esto, siempre está ahí donde estamos, siempre es exactamente lo que es, entonces, ¿para qué ir a practicar a otro lugar? Sin embargo, si se crea una mínima separación, por ínfima que sea, la Vía permanece tan distante como el cielo de la tierra. Si manifestamos la menor preferencia o aversión, la mente se extravía en la confusión. No seas como aquellos que se vanaglorian de haber comprendido, ni te hagas ilusiones sobre tu propio despertar tras haber captado algo; sólo has entrevisto un simple reflejo de la sa

Carta de Verano Junio 2010

CARTA DE VERANO 2010 El sábado 19, cerramos “otro curso zen” . Esta práctica eterna que en lo relativo ritmamos con las estaciones y el tiempo. El kusen de despedida fue sobre la presencia y la compasión, la compasión en acción. Nos podríamos cuestionar qué compasión realmente ayuda. Desde dónde parte la misma. Dogen en el Shobogenzo Zuimonki nos comenta cómo el estudio de la Vía es el despojamiento del cuerpo y de la mente y nos cuestiona: -“ Cuando estás en lo alto de un mástil de cien metros ,¿cómo puedes hacer para dar un paso más?” Continúa diciendo:” Si en esta situación te dices, pues soltándome, …estás muerto. Todavía te agarrarás más fuerte. Por el contrario, si te dices: Después de todo no puede ser tan malo y avanzas resueltamente abandonando cuerpo y mente, como si abandonaras tu vida, podrás ir más allá. Tenéis que estudiar la Vía con tanta intensidad como si quisiérais apagar un fuego que quemara vuestros cabellos, abandonando resueltamente cuerpo y mente”. Al acabar el