HABITAR Habitar el cuerpo que somos, habitar la vida en cada instante, habitar el huerto íntimo, habitar el oráculo del rumor del viento.. Oírlo como los antiguos, en el cañaveral, en el habla del roble, en el canto del petirrojo en el mango de la azada olvidada. Abrirnos a él y a los poemas que la lluvia nos trae, a los poemas del viento en el almendro, en la higuera, en el membrillero, en el nogal; en el ser tal de cada cosa sin distancia ni condición. Habitar el verdadero amor, -único oficio- en que todo se expresa en la serena y efímera eternidad sin instante.