Sobre la naturaleza del ser huano III, Eduardo Donin García

 

                  

                  

                                                                                                    Artur Shogyo Duch

 
                                       SOBRE LA NATURALEZA DEL SER HUMANO III

                                                  Xunzi y la maldad natural del ser humano

 Una de las características del pensamiento chino es su gran diversificación que luego quedará plasmada en el zen. La ramificación casi infinita de las diversas escuelas. Así por ejemplo Mencio y Xunzi  se consideran dentro de las escuelas confucianas.

Después de Confucio, la escuela confuciana se fundamenta en Mo Di, pero dicha escuela en los tiempos de Xunzi y Mencio se  había diversificado en ocho escuelas principales, ramificadas a partir del mismo.

Xunzi (313-238 a C)  intentó refutar las tesis de Mencio. Para Xunzi, que podemos denominarlo el Lutero chino, la disposición natural del ser humano es la maldad. Si lo dejamos en su espontaneidad o en su libre albedrio, sólo se manifiesta la maldad. Para Xunzi, la envidia, el odio, son connaturales al ser humano, nacen de dentro, si eso no es así, y no hubiera una naturaleza humana inclinada hacia la envidia y el odio desde el principio, no haría falta ni ley, ni sociedad, ni orden. Este pensamiento es la antítesis del pensamiento taoísta. Si en Mencio, puede resonar una cierta afinidad con el taoísmo, en  Xunzi, no existe tal afinidad.

El asunto sobre la naturaleza humana, su bondad intrínseca o su la maldad intrínseca, no es un tema religioso como en Occidente sino ético-político. Tiene que ver con las virtudes éticas, sus necesidades y con los rituales. Así Xunzi mantiene la tesis de la maldad intrínseca del ser humano partiendo del concepto de naturaleza xing. Si como hemos visto, Mencio decía que la naturaleza original del ser humano era buena, concibe que exista una armonía original que hay que recuperar, visión cercana al taoísmo y también al zen que se desarrollara posteriormente. Para Xunzi, la naturaleza “es aquello que no puede perfeccionarse mediante el ejercicio ni es posible perder por negligencia”. Es algo dado como potencialidad y no como determinismo.  

Si Mencio concibió esa naturaleza original bondadosa, que sólo tiene que florecer, Xunzi concibe la “naturaleza original” como algo que hay que trasformar. La función de la virtud consiste en no estar determinado por dicha naturaleza sino transformarla. La naturaleza no es algo que nos determine, y por tanto no es nuestra naturaleza lo que debemos de seguir, sino ir más allá de ella. Para Xunzi la bondad no es algo natural sino una creación humana, la bondad es algo que debe de crearse en contraposición a  las inclinaciones naturales.  El mundo moral para Xunzi no es algo natural, sino una creación humana. No hay moralidad alguna en la naturaleza. Si seguimos la naturaleza como los taoístas, según Xunzi, no somos morales sino amorales, y por tanto si lo especifico del ser humano es la moralidad, siguiendo la naturaleza abdicamos de nuestra tarea como seres humanos.   Lo bueno es la capacidad creativa del ser humano para modificar su maldad intrínseca dada por naturaleza.  

Xunzi conceptualiza la maldad intrínseca del ser humano, pero aquí nos encontramos con el problema de las traducciones. Xunzi no se refiere ni a un pecado original, ni a una naturaleza corrompida por el pecado, sino que la inclinación natural del ser humano, es hacia la envidia y el odio. La envidia y el odio son sus inclinaciones naturales si no hace nada para remediarlo. En su caso extremo la envidia nos lleva al robo, y el odio al asesinato. Robo y asesinato como delitos más comunes, y como causantes de los conflictos sociales son vistos por Xunzi como la inclinación natural del hombre. Por ello, la virtud trata de desviarnos de dichas inclinaciones.   

Para Xunzi, el ser humano es independiente de la naturaleza, es decir que debe emanciparse de la misma para crear un orden humano. El orden cósmico no tiene en cuenta al ser humano, da igual que se hagan rogativas al cielo o a los dioses para que llueva, lloverá si tiene que llover, independientemente de lo que el ser humano haga. Por otra parte Xunzi no parece ver armonía en la naturaleza.  Esa independencia respecto de la naturaleza, no quiere decir que el ser humano sea algo diferente o no dependa de ella, sino que no necesita ni imitar ni reflejar ningún  orden cósmico, ni volver a ninguna armonía original. El ser humano es otra cosa. Sólo debe referenciarse a lo que él hace. En ese sentido Xunzi aceptaría la tesis de Protágoras, quien dijo que el hombre era la medida de todas las cosas.

Si en la concepción tradicional china, el ser humano es lo que está entre el cielo y la tierra, entre la unidad primordial del cosmos, y la pluralidad de la tierra, Xunzi rompe con ese pensamiento tradicional. El ser humano es el creador o puede ser el creador de un orden nuevo, de un orden que él mismo crea. Por ello la virtud es creación humana.   

Referido a los rituales, el pensamiento de Xunzi tiene relevancia, ya que el ritual no simboliza ningún orden cósmico ni tiene referencia a un más allá, sino que son creaciones humanas, hechas para reformar el comportamiento humano. No tienen ningún reflejo en el cosmos, ni se hacen para que los espíritus de los muertos y antepasados sean favorables. Xunzi des-teologiza el cielo chino.  Los rituales se hacen para crear un orden humano de obediencia.

¿Cuál puede ser para nosotros lo relevante de las tesis de Xunzi?   Podemos hacernos la pregunta  ¿Qué diferencia hay entre una bondad original que está en nosotros en semilla y que tenemos que desarrollar, o entre una maldad natural que tenemos que reformar?   ¿Volver a una bondad natural, o reformar una maldad natural? ¿Son tan naturales la envidia y el odio como la generosidad y el agradecimiento? ¿O son más naturales unos que otros?  En ambos casos, hay algo que tenemos que hacer, o permitir. O como mantiene Lao Tse “¿Qué es un hombre bueno sino el maestro de un hombre malo? ¿Qué es un mal hombre sino la tarea de un hombre bueno? (Tao Te King 27). 

La cuestión está en dicha perplejidad, si vemos el mundo, más que la generosidad prima  la usurpación legal de un sistema económico injusto. Si el reflejo del mundo es el reflejo de nuestras tendencias naturales o de nuestras desviaciones naturales, ¿quién lo sabe? A este respecto existe una sentencia de Confucio que dice así:

“Cuando la naturaleza en nosotros vence lo que aprendemos en los libros, el resultado es un hombre tosco. Cuando sucede lo contrario y lo aprendido en los libros vence a la tendencia natural, un letrado. Y cuando se da la hermosa combinación de naturaleza y cultura, un hombre noble”.  (Analectas)   

En el espejo de nuestra conciencia vemos tanto nuestra “bondad natural”, como nuestra “maldad natural”, ambas se reflejan en dicho espejo. Lo relevante no está en la respuesta, que podamos dar a la pregunta sobre la naturaleza humana, sino en el planteamiento mismo de la pregunta, en mantenerla viva, en volver a ese lugar de la reflexión donde sin lugar a dudas, la existencia nos apela, y a cada paso vamos respondiendo a esa pregunta, no teóricamente, sino existencialmente con nuestros actos e intenciones.  

 

Eduardo Donin García.  

 

 

 

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