La palabra justa, Roland Yuno Rech

 

  .En estos tiempos de descrédito, viene bien recordar lo que Roland Yuno Rech escribe sobre la Palabra Justa, como puerta luminosa del Dharma.


PUERTA SEXTA – LA PALABRA JUSTA

“La palabra justa, ya que protege de los renacimientos   

en los cuatro mundos negativos”

Entre las ciento ocho luminosas puertas del Dharma, es decir las vías de acceso a la última realidad, la sexta es lo que llamamos la palabra justa. Un sutra dice que, esta palabra justa protege contra los renacimientos en los bajos mundos, es decir, los mundos del sufrimiento que son el infierno, el estado de seres ávidos, famélicos, los gakis, de ser humano, el estado animal, el estado agresivo que llamamos asura y el de los dioses o devas.

El karma de la palabra es extremadamente poderoso, la palabra puede crear mucho sufrimiento como también puede reconciliar enemigos. La palabra justa consiste en expresar la verdad y por tanto, en no mentirse a uno mismo ni a los otros.

A menudo, hablamos como para adornarnos a nosotros mismos, jactarnos, hacernos los interesantes, seducir, atraer la atención. Durante una sesshin hay que concentrarse en la palabra justa, evitar las charlas innecesarias, proteger el silencio en la medida de lo posible, lo que quiere decir que, antes de hablar, nos preguntemos si lo que vamos a decir está justificado.

La expresión del Dharma

La palabra justa, es la palabra que expresa el Dharma, la palabra de Buda. Todos los sutras son palabras de Buda. Todos expresan profundamente el Dharma. Tienen el poder de ayudar a todos los seres a despertar y a remediar su sufrimiento. Son como un hilo que nos une al Espíritu del Despertar de Buda. Al escuchar esta palabra justa, nos impregnamos de la esencia misma del Despertar de Buda y eso nos ayuda a acercarnos a él.

Entonces, evidentemente, la palabra justa consiste en abstenerse de mentir, con el caso particular de mentira por omisión. Tampoco estamos obligados a decirlo todo. A veces es preferible no decir nada. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con las críticas, solemos decir que la palabra justa consiste en no criticar, pero la crítica también puede ser constructiva y ayudar a los otros a tomar conciencia de sus errores. Pero no puede ser acogida y aprovechada más que si se hace con benevolencia. A menudo, las críticas sirven para destruir al otro; o por lo menos, para agredirle. En este caso, se enfrentan al rechazo. El Maestro Dogen hablaba de aigo, que significa las palabras de amor. Según él, era una de las cuatro grandes prácticas de los bodhisattvas. Son palabras de benevolencia que contribuyen al bienestar y a la felicidad del que recibe esas palabras. Aigo, tiene el poder de reconciliar a los enemigos. Por ejemplo, si habláis bien de una persona en su ausencia y ella lo sabe, se reconciliará con vosotros.

La palabra justa consiste también en la manera de hablar, por ejemplo, tratar de evitar hablar de manera ruda, incluso pronunciar palabras que creen desarmonía entre los individuos añadiendo críticas que han sido hechas en su ausencia; esto crea una gran división. Pero, puede ser también de una manera mucho más anodina, muchas palabras son cotilleos, palabras inútiles. En la vida cotidiana, pueden servir para mantener el contacto con alguien con el que no tenemos nada que decirnos, hablamos de la lluvia y del buen tiempo. Pero, durante una sesshin, es mejor evitar el cotilleo porque eso no hace más que distraer la mente, agitarla en algún caso. En ese caso, es mejor guardar silencio, el silencio es la mejor expresión del Dharma.

Finalmente, la última realidad no puede ser atrapada con palabras. Incluso, decir la última realidad, no expresa la última realidad, aunque sólo sea porque cuando hablamos de la última realidad, significa que hay algo más allá de la última puesto que hemos delimitado la realidad. Entonces habría que decir: más allá del más allá de la última. Es el mantra del Hannya Shingyo – gya tei gya tei hara gya tei hara so gya tei bo ji sowa ka. En el límite, esto no quiere decir nada y no dice verdaderamente nada, como baba waba. Son palabras de los niños que aparecen en el sutra del Hokyo Zanmai. No quieren decir nada y lo que no quiere decir nada, finalmente, expresa la nada, lo nada asible, lo nada limitado, esa realidad a la que tratamos de acercarnos diciendo que está más allá de las palabras y que no queremos penetrar más que a través del silencio.

Palabra justa y transmisión del Despertar

El ego, está forzosamente limitado porque se constituye al separarse del universo. Estoy yo y los otros, el mundo exterior, y eso que llamamos el ego, el yo, se convierte en una especie de cáscara protectora, lo que está bien, pues evita diluirse en un estado de fusión informe, pero, al mismo tiempo, mantiene una separación, a veces excesiva y artificial entre uno mismo y los otros, uno y la práctica, uno y Buda o Dios. Resumiendo, mientras hay yo, hay dualidad. Mientras hay un lenguaje verbal, hay dualidad.

Y sin embargo, Shakyamuni se expresó verbalmente y a través de su práctica de todos los días durante cuarenta y cinco años. La palabra de Buda, memorizada y transcrita son los sutras.

Pero, a pesar de esto, hay budistas que preconizan una transmisión especial fuera de las escrituras, en particular en la corriente Rinzai que se ha convertido en un eslogan. El Maestro Dogen era totalmente contrario a esta idea de que hay una transmisión especial fuera de las escrituras. De entrada, la transmisión no tiene nada de especial pues, es la transmisión de la realización que nos devuelve a nuestra verdadera condición normal y original, no a una condición especial, no a eso que llamamos un estado modificado de consciencia; sino a una consciencia clara, estable, armoniosa, transparente a la realidad tal cual es, no especial. Además, la transmisión no se da fuera de las escrituras, pues las escrituras, los sutras, son la expresión de la Vía de Buda y su voz, su palabra es la expresión del espíritu despierto, de su espíritu de Buda. No hay ninguna dualidad entre las palabras de Buda, su espíritu y su Despertar.

Y la transmisión comporta la realización del Despertar, la comprensión de la palabra, de las escrituras y la intimidad reencontrada con el verdadero espíritu. Ocurre aquí y ahora en este dojo, en la comunión de espíritu que se realiza en zazen, i shin den shin, que traducimos por “de mi alma a tu alma” y que quiere decir que comulgamos en el mismo espíritu, un espíritu que está más allá de los límites del ego, que lo engloba pero que está más allá y que permite el encuentro con el otro. Es lo contrario a un encierro. Es un espíritu y un corazón abiertos, es decir una capacidad de ponerse espontáneamente en el lugar del otro, de no acampar en la propia posición y de poder, con rapidez, flexibilidad, pasar de nuestro punto de vista, al punto de vista del otro. Es lo que permite una mejor comprensión y desactivar los conflictos. Esto permite el respeto y el verdadero amor, una apertura confiada a los demás.

Muchos temen abrirse por miedo a perder algo o ser dañados por perder la propia protección. Pero cuando practicamos profundamente zazen, comprendemos que no tenemos nada que perder y podemos habitar ese nada, movernos libremente y así, encontrar un espíritu libre, fluido, más allá de todo pensamiento, hishiryo, de toda intención, mushin. Cuando practicamos así, la Vía se expresa, ella misma, a través de nuestra práctica, No tenemos que buscar expresar nada, mucho menos querer demostrar nuestra comprensión.

 Dojozen Genjo Pamplona/Iruña

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