RYOKAN LLEGA A SU MAYORÍA DE EDAD
MAYORÍA DE EDAD DE RYOKAN: BUNKO FUMITAKA
MAYORÍA DE EDAD: BUNKO FUMITAKA
A los quince años Eizo llegó a la mayoría de edad y, siguiendo la tradición japonesa de cambiar de nombre según las diferentes etapas de la vida y según los cargos que se ocupaba en la sociedad, fue conocido por un nuevo nombre, Bunko Fumikata.
A partir de entonces asistió al colegio de las Tres Cumbres, llamado así por las tres cumbres que se ven desde Jizodo: la del monte Kugami, la del Yahiko y la del Kakuda. Ryokan estudió las “letras clásicas chinas” en el colegio Senpo fundado y dirigido por Shiyo Omori. Shiyo, era un letrado confucianista, recto, que apreciaba mucho la práctica de las diferentes artes. Enseñaba a los miembros de la élite burguesa la lectura de los clásicos chinos: Lao Tsé, Confucio, Chuang Tsé, Los cuatro libros, Los cinco sutras, antologías de poemas chinos, antología de poemas de la época Tang y la moral confuciana, lecturas cuyos ecos percibimos en la poesía de Ryokan.Todavía existe la habitación que utilizó Ryokan en Jizodo.
En su clase estaba Harada, futuro médico con quién tendrá relación posteriormente y quien conseguirá que, cuando vuelva a su país natal, pueda establecerse en la ermita Gogoan.
También estudió allí uno de sus mejores amigos, Tomidori, quien después hizo estudios chinos con el maestro Ganhai y llegó a ser un confucianista célebre. Murió joven, en 1812. Cuando Ryokan supo que había muerto, al regresar a su país natal le dedicó dos largos poemas en chino titulados Cuando me enteré de la desaparición de Tomidori Noriguki : “La vida humana , aunque dure cien años/ flota como un barco a la deriva…/”
Empujados por el viento y las olas nos hemos separado
como el cielo y el abismo.
Él hacia el este, yo hacia el oeste.
Al volver a mí país natal me enteré de su muerte
comencé a llorar sin poder decir una palabra
y aún ahora corren mis lágrimas…
Fue mi camarada en la misma clase
ahora es una fuente bajo el musgo.
Como muchas de las experiencias de su vida, Ryokan también plasmará en poemas lo que pensaba de su formación y de su maestro:
Uníos a buenos amigos
y a excelentes profesores.
La riqueza y el poder
son sueños fugaces,
sin embargo, las palabras sabias
perfuman el mundo durante siglos.
***
Este poema surgió tras visitar la tumba, que se encuentra aún en una colina tras el templo Manpuku en Toshinden a pocos kilómetros de la estación de Okozu.
A mi Maestro
Una vieja tumba oculta
al pie de una colina desierta,
cubierta de malas hierbas
que crecen año tras año
sin control.
No queda nadie que la cuide,
sólo algún ocasional leñador pasa por allí.
Una vez fui su alumno:
un joven con el pelo descuidado;
aprendí de él con devoción junto al Río Estrecho.
Pero una mañana comencé mi solitario viaje
y los años pasaron entre nosotros en silencio.
Ahora he regresado para encontrarle
y descansar aquí.
¿Cómo honrar su difunto espíritu?
Derramo un cucharón de agua pura
sobre su tumba
y ofrezco una silenciosa oración.
El sol, de repente desaparece tras la colina
y el rugido del viento en los pinos me envuelve.
Intento alejarme pero no puedo:
un mar de lágrimas empapa mis mangas.
También de esta época de colegio son algunos poemas de juventud, como en el que habla de un paseo a caballo vagando por la ciudad.
Cuando era un muchacho
como despreocupada yerbecilla
me paseaba por la ciudad.
Lucía una capa del más
suave plumaje
y montaba un espléndido caballo castaño.
Por el día, galopaba a la ciudad
y a la noche, me embriagaba
bajo los melocotoneros en flor
junto al río,
sin importarme la hora de regresar a casa.
Casi siempre acababa con una amplia sonrisa
en un agradable pabellón.
Parece ser que estos versos estaban escritos imitando el estilo de Tu Fu, poeta chino de gran influencia tanto en China como en Japón (en occidente Kenneth Rexroth tradujo su obra al inglés y Lola Díez Pastor lo traduciría en Hiperión al castellano, “El Maestro de la Montaña Fría”, 59 poemas). Tu Fu vivió junto al también gran poeta Han Shan en la cordillera Tiantai (Paso del Cielo). Conocido en Japón por su práctica del zen (chan en chino), de su obra se conocen unos trescientos poemas en los que refleja su vida.
Ambos eran muy apreciados por Ryokan.
y cesaron los cuidados:
ya no ocupan mi mente pensamientos vanos;
más libre que las rocas
donde inscribo versos,
me doy, cual barco sin amarras,
a los hados.
Han Shan
Escribiría Ryokan:
Encantado por las flores,
seducido por los sauces,
Tu Fu se ocultó en un profundo valle.
Montado sobre su caballo, vagó por ahí,
gloriosamente ebrio.
En sus sueños se encontró a sí mismo
de vuelta a la corte,
escribiendo sin cesar poemas
para la instrucción del emperador.
E inspirándose en Han Shan:
En mi ermita un volumen de
los "Poemas de Han Shan".
Son mejor que cualquier sutra.
Copio sus versos
y los mando por correo a todas partes
saboreando cada uno,
una y otra vez,
una y otra vez.
De “Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera en la vida de Ryokan, monje y poeta zen, Antonio Arana Soto, Editorial Milenio, 2021
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