La libertad hoy, Eduardo Donin García

 

 

                                                             LA LIBERTAD HOY

En la anterior charla sobre el libre albedrío, no dio tiempo a desarrollar la última parte del tema, es decir remitir a la libertad hoy en día. Acabamos el recorrido histórico en Kant y Schopenhauer, pasamos por encima de Kierkegaard, y no llegamos a la actualidad, y los retos ante los cuales nos enfrentamos.

El punto de llegada por supuesto es el concepto de libertad neo-liberal que es el que domina y que por supuesto está muy alejado de las reflexiones que de la libertad concibieron los pensadores griegos, romanos y posteriormente cristianos.

Por ejemplo según el filósofo actual Byung-Chul.Han, el sistema neo-liberal explota la libertad. En el actual capitalismo se utiliza la libertad para explotar al ser humano. Todo ello puede resultar muy paradójico, pero si uno es capaz de penetrar con atención en ello,  se da cuenta que la libertad, en el actual marco de confusión de las sociedades anestesiadas por el consumo, es en vez ser libre, creerse libre.

Y ésta es según Byung-Chul-Han lo que marca el “éxito” por decirlo de alguna manera de este sistema económico. Nos creemos libres, tenemos la sensación de ser libres porque ante nuestros ojos se abren infinitas posibilidades de ser y de decidir.

Creemos que decidimos por nosotros mismos cuando en realidad somos víctimas de ingenieros sociales y económicos que insertan en la gente estímulos y deseos que de alguna manera son irresistibles. Somos dominados de forma inconsciente. Sin ni siquiera darnos cuenta de ello. Quizá si seguimos el rastro de alguno de nuestros deseos, encontraremos sin lugar a dudas, un buen lema de marketing que hayamos leído o escuchado sin ni siquiera darnos cuenta.

Los deseos genuinos que son acordes con nuestras capacidades y verdaderas inquietudes son desterrados y desplazados por la innumerables imágenes con las cuales nos bombardean, antes la televisión y ahora con un dispositivo de control absoluto sobre nuestras vidas, llamado teléfono móvil, que casi parece de todo menos un teléfono.

Vivimos en un tiempo donde la razón instrumental domina. Pero, ¿qué es la razón instrumental? Es algo que denunciaron los filósofos de la escuela de Frankfurt, Adorno y Horkheimer principalmente. La razón instrumental es aquella que se mueve dentro del esquema medios-fines, la única razón que es capaz de llamarse así, es la que es capaz de llevarnos a los fines que nos hayamos propuesto inicialmente.

El tema es que quien domina los fines, quien propone los fines es un sistema macroeconómico que no acepta una revisión crítica de sus propios fines, y evidentemente así nos va.

Byung-Chul-Han concibió como el cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a una sociedad de rendimiento es la que había propiciado la gran paradoja, de que hoy el individuo es el que se explota a sí mismo. Se explota en virtud de sus propios fines. Cuando es el propio sujeto el que quiere ser eficaz, el que compite con el otro para ser mejor que él, el que quiere ser el más productivo ya no es necesaria una instancia superior llamada jefe que te ordene. El imperativo de la eficacia del “ser capaz” es mucho más eficaz para la explotación que el imperativo del debes hacerlo porque te lo mando yo. 

Nos hacen creer que somos dueños de nuestro destino cuando en realidad somos tan sólo piezas de un engranaje perverso, insignificantes piezas fácilmente sustituibles. El ciudadano no decide en realidad nada.

Son muchos los pensadores que han denunciado todo esto. Entre otros por ejemplo Erich Fromm, que decía que la autoridad hoy había tomado un rostro impersonal. No tiene nombres y apellidos. Se habla de conceptos abstractos como mercado, competitividad, cuando en realidad alguien está defendiendo sus propios intereses.

Es así en vez de llamarlo propios intereses o propias inversiones, alguien lo llama mercado, competitividad, y cosas por el estilo. El fruto normal de todo esto es que la riqueza cada vez se acumule en menos manos. En realidad es como el juego del monopoly, dinero llama a dinero, y quien tiene más dinero mayores posibilidades tiene de hacer más.

Horkheimer y Adorno concibieron el mito de la Ilustración, y aquella razón que iba a liberarnos de la minoría de edad de la cuál éramos culpables (parafraseando a Kant)  se ha convertido en una razón instrumental que se convierte en la mayor forma de dominio.

Aquella razón de los ilustrados no nos ha liberado. “Dios ha muerto, ahora el hombre es libre”, dijo Nietzsche. Podemos admitir la muerte de Dios (en sentido filosófico), pero no podemos admitir que el ser humano sea libre.

¿Qué es la libertad hoy en día? Poder hacer lo que a uno le dé la gana. No hay otro modo de verlo. Esa libertad sin límites es la que ha vencido sobre otras muchas concepciones de la libertad. La sociedad de la libertad se ha convertido en la sociedad de las adicciones, hay adicciones a todo. Y el individuo tiene que gestionar todo ello.

Ya Platón predijo la paradoja de la libertad cuando en el dialogo “La república”  Por medio de Sócrates dijo aquello de que al oír: “Un hombre libre es aquel que es dueño de sí mismo, dijo “por tanto un hombre que es dueño de sí mismo es a la vez esclavo de sí mismo”.

Kierkegaard concibió la libertad como angustia. Para Kierkegaard, crítico con Hegel y su concepción de la Filosofía, sólo existe el individuo concreto, el de carne y hueso, no existe aquello del ser humano como abstracción. El individuo sólo en su individualidad tiene que elegir entre muchas opciones. La capacidad de decisión es lo que distingue al ser humano de otras especies.

Esto según el filósofo danés genera angustia. Dicha angustia es el rasgo característico del existencialismo, el ser humano es un ser arrogado a la existencia,. La libertad no es otra cosa que angustia.

Es un modo de verlo. En esta época de atomismo individualista, las múltiples ofertas generan una mirada dispersa, distraída, ansiosa que no sabe contemplar algo. La ley de la oferta y la demanda viene asociada a la idea de que cuantas mayores opciones tengamos para elegir, más libres somos. Sin embargo bien puede ser al contrario, cuantas más opciones, más se dispersa nuestra mirada, y más angustiosos nos sentimos.

En esta época confusa algo dentro de nosotros mismos nos dice que estamos perdiendo algo esencial del ser humano, y de que el individuo debe hoy soportar cargas demasiado grandes. Este sistema nos hace buscar soluciones individuales a lo que son males sociales, descargando sobre el individuo responsabilidades que debieran estar en los dirigentes del mundo.

Así que el ciudadano medio, tiene que preocuparse de reciclar, de usar lo menos posible el coche, de que sus hijos no sean adictos, tiene que ser responsable de un montón de cosas, pero no puede cambiar nada.

Se oyen imperativos que llaman a la responsabilidad personal. ¡Recicla! ¡Protege el planeta! Y mientras tanto no hay legislaciones que limiten la fabricación de plásticos, o no hay cotos a los negocios de los poderosos.

¿Dónde está la responsabilidad de los fabricantes de armas, de los que hacen negocios con la pornografía, de los que especulan con los alimentos básicos etc.. etc…Y el pobre individuo llamado a la responsabilidad personal sigue siendo una marioneta de poderes ocultos que le dicen ¡Eres libre!

Siguiendo a Byung Chul-Han en su ensayo “La sociedad paliativa” hoy proliferan los fármacos para el dolor, los gurus, los coachs, y detrás de ello, un drama quizá oculto, la incapacidad de dar una respuesta colectiva a lo que es un mal social.

En esta sociedad individualista se busca remedios individuales, a lo que en realidad son males sociales, con los cuales el individuo tiene que lidiar. Los trastornos de los ciudadanos no son más que reflejos de los males sociales que nos aquejan, producidos por nuestra forma de vivir, ante la cual no parece haber alternativa.           

Hoy la libertad merece una reflexión profunda. El concepto de libertad merece una gran revisión.

Eduardo Donin García