El samadhi del espejo precioso, Tozan- Eduardo Donin García

                                             

 



                                                 EL SAMADHI DEL ESPEJO PRECIOSO

 Llegamos al samadhi del espejo precioso, la realización de Tozan y núcleo central de su enseñanza. En el capítulo anterior habíamos visto que Tozan no estaba todavía muy convencido de dicha realización y se alejo de Ungan Donjo albergando todavía dudas. Caminando se detuvo junto a un arroyo y viendo su rostro reflejado en él, despertó súbitamente y exclamó:

“No lo busques fuera o huirá de vosotros, ahora voy sólo, pero lo encuentro por todo . Es en este momento que estoy, pero yo no soy en este momento lo que es. Es como ante el espejo precioso, forma y reflejo se contemplan, tú no eres el reflejo, pero el reflejo es tú.

Fue expresado más adelante en el  Hokkyo Zan Mai, texto fundamental del zen. Estés donde estés eso es zazen. Tú verdadero rostro original no está encadenado al cojín de meditación ni se despierta sólo cuando te sientas, sino que te acompaña por todos los lugares. Se hace más evidente en el cojín de meditación, pero no depende de él.  El cojín no lo crea. De hecho, Tozan despertó fuera del cojín de meditación, junto al arroyo. Evidentemente eso no quiere decir que debemos de dejar de sentarnos, pero no hay que convertir el cojín de meditación en el único lugar donde está el despertar. 

El espejo del samadhi precioso, es un espejo auténtico, sin las distorsiones habituales que introducimos cuando nos pensamos a nosotros mismos. Nuestra mirada con frecuencia está distorsionada, por nuestros prejuicios, nuestras tendencias de muchos tipos,  pero el espejo del samadhi, refleja las cosas que refleja, sin que el ego pueda ejercer el control de aquello que se manifiesta.

Cuando nos pensamos a nosotros mismos introducimos juicios, valoraciones, comparaciones, y pensamientos contrafácticos  sobre cómo deberían ser las cosas, como podrían haber sido, o como serían si hubieran sido de otra manera. El espejo refleja lo que es.

 Existen por supuesto dos maneras de comprenderse a uno mismo, de una manera relativa y de una manera última.  La manera relativa contiene los contenidos de nuestra conciencia, nuestra personalidad, el saber cómo somos. La comprensión última contiene la frase dicha por Tozan “Tú no eres el reflejo, pero el reflejo es tú”

En la manera relativa siempre estamos elucubrando sobre nosotros mismos, no es que eso sea malo en sí mismo, pero no contiene la manera última de comprenderse. Es la superficie y no el fondo. Siempre estamos en la necesidad de actualizar ese fondo, de ir una y otra vez a ese fondo,  pero muchas veces revoloteamos en la superficie una y otra vez, y a veces nos complacemos en dicha superficie.  Otras veces puede asquearnos esa superficie pero no sabemos cómo salir de ella. Como el ratón de laboratorio atrapado en un laberinto del que no sabe cómo salir. Desde nuestra práctica, zazen es la salida. 

La expresión de Tozan es otra forma de expresar el núcleo central del Hannya Shingyo, “Los fenómenos son vacuidad, la vacuidad son los fenómenos”, que en realidad quiere decir que no hay una vacuidad detrás de los fenómenos, algo que pudiera ser llamado vacuidad, pero que los fenómenos no pueden ser tomados como entidades fijas, sino que son interdependientes, consecuencias unos de otros, los fenómenos no son un predicado de la vacuidad, ni la vacuidad  un predicado de los fenómenos. La estructura sujeto- predicado se desvanece.  

Tozan despierta a lo incondicionado, donde forma y reflejo se contemplan, donde lo condicionado  se contempla desde lo incondicionado. Sin embargo como bien expresa la frase pronunciada por Tozan, no quiere decir que lo condicionado no exista.

Tozan resuelve sus dudas, recordamos aquella pregunta que lanzó con diez años a su maestro, “Yo tengo nariz y ojos, ¿por qué dicen las escrituras que no existen?”. En ningún lugar dicen las escrituras que lo condicionado no exista, sino que tiene carácter condicionado.

Este es el asunto fundamental y  la verdadera comprensión de las enseñanzas. Hay ejemplos de ello. Por ejemplo Xuansha (Gensha) que después de practicar años con su maestro, fue en busca de otro maestro para perfeccionar su práctica y de repente  se golpeó con una piedra y su dedo gordo del pie comenzó a sangrar y se preguntó: “Este cuerpo carece de existencia real ¿De dónde viene este dolor?  Y regresó al monasterio del que partió.

Nagarjuna lo explica muy bien: “Si el yo consistiera en los rasgos de la personalidad, su destino sería la aparición y el cese. Pero si fuera diferente de éstos, tendría características que no pertenecen a dichos rasgos. Cuando queda eliminado el yo y lo que le pertenece, no queda nada que se pueda llamar mío, ni nada que pueda ser el ego”.

No hay nadie libre del ego, y el egoísmo; el que crea que lo hay, no ve las cosas como son. Cuando se reducen y agotan las conjeturas con relación a lo mío y al yo, cesa la apropiación y acaba el renacer. Cuando se eliminan el karma y las impurezas, ocurre la liberación. Porque el que se imagina un yo o un mío, sufre la influencia del karma y del desconcierto, consecuencia de las imaginaciones que produce su elucubración. Dicha actitud especulativa cesa en la vacuidad.

Se ha enseñado que hay un yo y también que no hay un yo. Pero el Buda no enseñó ni el yo ni el no-yo. Cuando cesa el objeto del lenguaje cesa el objeto del pensamiento. La naturaleza de todas las cosas, como la del nirvana, carece de surgir y perecer. Todo es verdad y nada es verdad. Todo es verdad y mentira. Y no es ni verdad ni mentira. La enseñanza de los Budas es ésa y no depende de otra cosa. La realidad es serena y carece de distinciones. No la crea la elucubración y se encuentra más allá de toda discriminación (Fundamentos del camino medio XVIII)

Otro aspecto que conviene destacar es que el Hokkyo Zan Mai, ese samadhi es la antítesis del espejo de Narciso. Si vamos al mito griego, Narciso es aquel que al ver su imagen reflejada en el arroyo se enamora de sí mismo y de su propia imagen, justo lo contrario que le paso a Tozan, que al verse reflejado en el arroyo, declara la verdadera ecuanimidad. No podemos decir que el reflejo no seamos nosotros, pero tampoco podemos decir que somos totalmente “eso”.

La sociedad actual, como bien nos recuerda Byung Chul –Han, genera individuos narcisistas. Hoy quizá no nos enamoremos de nuestra imagen en el arroyo, porque para eso tenemos espejos en el cual nos miramos todos los días. Pero tampoco nos enamoramos de esa imagen. Nos enamoramos de la imagen de aquello que deseamos ser ardientemente, de nuestro perfil en Facebook, de nuestra cuenta en Instagram, de nuestra propia imagen en las redes sociales, del momento de gloria efímero al colgar un video en Youtube. Nos enamoramos de nuestros propios logros., y nos emborrachamos con nuestras propias opiniones, que creemos que son de alguna manera nuestras y no vamos al fondo de ellas, donde se reflejan que son  nuestros condicionamientos, muchas veces promovidos socialmente.

Narciso representa el encadenamiento al yo, Tozan su liberación.

La liberación supone la contemplación de la realidad en sentido último, a veces expresada como “la verdad última” y aquí es donde debemos hacer hincapié en que las enseñanzas budistas tienen dos verdades, la verdad convencional y la verdad última. Esto choca de frente con la concepción occidental, donde filosóficamente siempre ha habido la concepción de una verdad, frente al concepto de falsedad.

De hecho la expresión de muchas enseñanzas y mondos del zen, en sentido lógico occidental son contradicciones, y sin embargo en el sentido de las enseñanzas no contiene ninguna contradicción, siempre y cuando comprendamos los dos planos en los cuales se expresa, y saber a qué se está refiriendo al sentido último o al sentido convencional.

¿Qué es lo que contempla Tozan en el río? La esencia del “Sutra del corazón”, la no contradicción de lo convencional y lo último. La verdad última no niega la verdad convencional.    

En sentido lingüístico dentro del zen, podemos considerar que hay dos lenguajes, lo que se refiere a lo convencional y lo que se refiere a lo último. Sin embargo debemos ser conscientes que en lo cotidiano, en la vida real con nuestros semejantes debemos expresarnos siempre en sentido convencional, porque si no habrá problemas.

Por ejemplo si un agente de la autoridad te pide el documento nacional de identidad, no puedes decir como Tozan “yo soy ese, pero ese no soy yo” porque evidentemente tendrás problemas.  O cuando alguien pregunte tu nombre no puedes decir “Yo no tengo nombre, mi nombre no es más que un conjunto de palabras, que yo no he elegido, y mi nombre no es mi persona”. Tampoco si alguien pregunta “¿Esto es tuyo?” no puedes decir “en el fondo nada me pertenece” porque entonces aquel que te  pregunta se quedará con lo tuyo.

En sentido convencional hay propiedad, en sentido último no. En sentido convencional hay nombre, en sentido último no. En sentido convencional hay identidad, tu carnet te representa en sentido último no.  

Así que el lenguaje último hay que reservarlo para los “amiguetes del dojo” también llamados “co-discípulos del Dharma”   y movernos en el mundo en el sentido convencional del mismo.

Y hasta aquí el recorrido espiritual de Tozan, fundador de la escuela Soto a la cual pertenecemos.  Espero que este recorrido por Tozan nos inspire en nuestro propio caminar por la vía, y a dirigir nuestros pasos en la finalidad liberadora de la misma.

Eduardo Donin García.           

 

 

      

 

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