Roland Yuno Rech, el desapego , kusen 05-12-20


 

Cuando practicamos zazen podemos volver a la fuente de la experiencia religiosa, es decir, sentirse de verdad unido a todas las existencias, a partir de la unidad reencontrada del cuerpo y de la mente. Es lo esencial de volver siempre al cuerpo y a la respiración, lo que permite apaciguar el mental. El mental funciona siempre de manera dualista, con ayuda de conceptos, de palabras, de nociones. La práctica del zen es experimentarlo con el cuerpo, abandonando nuestras concepciones, nuestras ideas, esto tiene una utilidad en la vida cotidiana, es en el fondo lo esencial durante nuestra vida. Lo esencial para nuestra vida  reencontrar esa unidad cuerpo y espíritu con la existencia de cada instante. Esto implica poner el mental en reposo y aprender pensar, a ser conscientes con el cuerpo, a través del cuerpo.                                                                                                                      

 Por ello en la vía del zen, las acciones de la vida cotidiana, especialmente el trabajo manual, el samu, el servicio a la comunidad, es tan importante como la práctica de la meditación, es la meditación en acción. No creo que el espíritu religioso esté sólo basado en creencias, en lo imaginario, en representaciones. Es preciso hacer la experiencia con el cuerpo y la mente en unidad y es zazen, en la vía del zen, quien nos permite hacer realidad esto. Zazen no se para nunca al final de la sesión, es como un golpe de gong que se mantiene y en la vibración continúa. Por ejemplo en una ceremonia al final de zazen,  después en la vida cotidiana.   

Durante la ceremonia practicamos los gestos que nos permiten confirmar la unidad del cuerpo y de la mente.  Hacemos gassho,  las manos juntas delante del rostro,     nos inclinamos hacia adelante y así nos hacemos unidad interiormente, cuerpo y mente unidad y unidad con eso ante lo que nos inclinamos. No es sólo el Buda sentado en el altar, sino los otros participantes en la sesión de zazen ante los cuales nos inclinamos virtualmente. Nos inclinamos siempre en gassho. Habitualmente, en Europa, nos saludamos dándonos la mano. Hoy en día está totalmente desaconsejado por razones sanitarias, pero, es también la ocasión de aprender a saludarse de manera más profunda inclinándose, las manos juntas en gassho.                                                                                      

 El Maestro Deshimaru, que introdujo la práctica del zen en Europa, solía decir, si en un momento dado no podéis practicar zazen, practicad gassho. Si estáis solos, no hay nadie ante quien inclinaros, inclinaros ante vosotros mismos, ante vuestro espejo.    

A través de este gesto, nos inclinamos ante la pura dimensión de la existencia, es decir nuestra verdadera naturaleza, la naturaleza de Buda que reside en el hecho, es un hecho, no es una creencia ni una idea, de que somos total unidad con todo el universo. Nuestra vida es como una ola en la superficie del océano, la ola tiene la misma naturaleza que el océano, es la misma procedencia que constituye la pequeña ola, una gran ola o la inmensidad del océano entero.

En el mundo social, hay individuos, grupos, comunidades, que se constituyen alrededor de lazos, de apegos más o menos fuertes y, a menudo, esos grupos, esas comunidades se olvidan de unir los opuestos, los separan, pues están fundamentados en nociones, en fabricaciones mentales. Esto, se convierte a menudo en problemas. Practicar zazen es comprender más allá del mental, nuestra profunda unidad con todos los seres. Todos los seres, no solamente los seres humanos, también los animales, los árboles, las montañas y los ríos. Así, la práctica de zazen puede profundizar y renovar la dimensión espiritual, la ecología, el humanismo. Es la razón por la cual el Maestro Deshimaru, estaba profundamente convencido que la práctica de zazen era una gran ayuda para remediar la crisis de la civilización, y es tanto más cierto ahora que hace cincuenta años.

Así, cuando venimos a practicar zazen al dojo, no es sólo para nuestra salud personal, para remediar nuestras dificultades, sino también para ayudar a la sociedad a superar las crisis que las ilusiones humanas provocan. La práctica de zazen es también una práctica generosa, que está bien más allá de todas las técnicas y de un desarrollo personal. Cierto, nuestra persona es importante, pero tanto más si sigue en unidad con todos los otros, el respeto, la solidaridad.   Es, en particular lo que expresamos cuando practicamos la ceremonia después de la sesión de zazen. Los sutras que cantamos, los votos que pronunciamos, son la expresión del despertar de zazen. No una decoración, no una actividad folclórica oriental.

Es la expresión, la esencia del despertar realizado en zazen.

Roland Yuno Rech Kusen 05-12-2020

Dojozen Genjo Pamplona-Iruña

 

 

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