El lástimosos bienestar, Charles Taylor en su Ética de la autenticidad



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EL LASTIMOSO BIENESTAR
El filósofo canadiense Charles Taylor en su Ética de la autenticidad (1991) conceptualiza tres tipos de malestar que se dan en las tecnificadas y placenteras sociedades del primer mundo. Los tres malestares según Taylor:
-El lastimoso bienestar, producido por el individualismo
-El malestar producido por la primacía de la razón instrumental
-El malestar político, producido por la imposibilidad de mantener un estilo de vida contracorriente.

 Comenzando por orden inverso a cómo han sido conceptualizadas por Taylor, el tercero de los malestares sería el malestar político, que alude a la imposibilidad de mantener un estilo de vida contracorriente. Así por ejemplo internet, el coche, el móvil se convierten en utensilios imprescindibles para poder mantener una vida en sociedad. 

Todos mantenemos una misma forma de vida, que no es sentida como coacción sino como elección libre. De alguna manera todo el mundo mantiene el mismo estilo de vida con superficiales diferencias, un modo de vida uniforme del cual no es posible salir. La política no introduce ningún cambio substancial.

El segundo de los malestares viene dado por la primacía de la razón instrumental, la absolutización del pensamiento medios-fines, que convierte a las personas en objetos de usar y tirar, que convierte todo en objeto, y las acciones en técnicas para conseguir algo. 

El primero de los malestares según Taylor, es de alguna manera el que más nos atañe, Taylor lo llama el lastimoso bienestar. Las sociedades actuales al convertirse en sociedades fuertemente individualistas tienen como consecuencia un centramiento excesivo en el yo que conduce a un elevado narcisismo.

Es paradójico que cuanto mayor parece el desarrollo de una sociedad, mayor parece ser también la sensación de malestar continuo en el cual parece vivirse, entrando en un contradictorio argumento, el bienestar produce malestar, la satisfacción de los intereses egoístas, parece inevitablemente traer consigo una insatisfacción, inquietud y angustia vital. Cuanto más se tiene más se parece necesitar, entrando en un círculo vicioso del cual parece difícil salir. 

Podemos incluso sentirnos culpables por no ser felices en la sociedad del bienestar, apoyados como estamos en una explotación sin límites de la tierra que es nuestro soporte, en la explotación de los países del tercer mundo y todo esto para nada; para producir una sociedad de individuos insatisfechos. Buscamos ante esa insatisfacción o bien satisfacer deseos y más deseos, o bien técnicas de bienestar que nos pueden relajar momentáneamente pero que no llegan a la raíz del sufrimiento. 

El príncipe Siddharta, conocido posteriormente como el Buda, estaba plenamente satisfecho en el placer de sentir sus deseos plenamente satisfechos, pero se dio cuenta de que todo es impermanente, de que todo lo que uno pueda conseguir es impermanente. Percibió aquella primera noble verdad del sufrimiento, de que la angustia vital subyace por debajo de toda protección ilusoria, realizó el despertar bajo el árbol de la bodhi y siguió practicando zazen durante el resto de su vida. 

Zazen no es una técnica de bienestar cuya finalidad sea la de proporcionar alivio como quien se toma una pastilla contra la ansiedad, sino una vía de profundización que va a la raíz del sufrimiento, es una forma de vida que no está limitada a sentarse sobre un cojín de meditación, sino que abarca toda nuestra vida. Cada uno debe profundizar en la raíz del propio sufrimiento y del sufrimiento del mundo. La práctica de zazen no tiene ni objetivo ni tiempo establecido ni término. Zazen es la vida entera, la vida entera es meditación, y eso es lo que más choca en el que se inicia en esta práctica, que no esté limitada a la postura sedente ¿Cómo es posible que haya un zazen que no esté limitado por el cojín?

Se trata de ir a la raíz del sufrimiento y de la impermanencia y  esta nos acompaña durante todo tiempo y todo lugar. Para el discípulo de Buda el lastimoso bienestar no es una contradicción, sino la consecuencia natural del centramiento en el yo, del egocentramiento, y de la protección ante la impermanencia. 

La sociedad del bienestar se parece al padre de Buda, del príncipe Siddharta que cuando se enteró de la profecía de que su hijo iba a abandonar el palacio, para que no lo hiciera, lo lleno de placeres, y lo protegió de la impermanencia. Hasta que Siddharta vio con sus propios ojos, la realidad de la enfermedad, de la vejez y de la muerte, punto de partida de su camino. Por eso a los tres malestares de Taylor podríamos añadirle uno más, el malestar de no percibir las cosas tal y como son  más allá de nuestros sueños ilusorios.

Eduardo Donin García

Comentarios

  1. Gracias,muy acertada la propuesta de añadir el malestar de no percibir la realidad y las cosas tal y como son.

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