"Descondicionar" nuestras viejas costumbres- Roland Yuno Rech
Foto: A. A. S.
“Descondicionar” nuestra
viejas costumbres
Kusen de
Roland Yuno Rech / Pégomas, octubre 2015
Cuando
practicamos zazen practicamos la misma meditación que Shakyamuni. El zazen es
la meditación con la que se despertó a la realidad profunda de la existencia,
no sólo la suya, sino de todas las existencias. Así comprendió la impermanencia
y podemos tener la misma experiencia que él en cada momento.
En la
práctica de zazen de un instante a otro el cuerpo y la mente se transforman. Y
si observamos los fenómenos de nuestra vida vemos bien que ninguno permanece
fijo, todo pasa, para lo mejor y para lo peor. Si observamos profundamente esa
realidad de la impermanencia aprendemos a soltar la presa de nuestras
coagulaciones mentales. La impermanencia no se traduce sistemáticamente en una
pérdida. Permite también liberarnos de nuestros condicionamientos, de
arrepentirnos de nuestros errores pasados, de renovar nuestra vida y partir
sobre nuevas bases, sobre la base del Dharma, de la realidad a la cual nos
despertamos.
Cuando vemos
claramente que nuestro ego es sin substancia, ya no podemos ser egocéntricos.
No hay ni siquiera un gran esfuerzo a hacer para abandonar el ego, sólo ver
claramente la ilusión y renovar regularmente esa visión clara, no olvidarlo.
Como esa experiencia es liberadora se experimenta una gran gratitud hacia Buda
que la transmitió, lo que hace que tomemos refugio en él con confianza. Lo
tomamos como nuestro maestro original. Estudiamos su enseñanza como la
expresión de ese despertar. Siguiendo sus recomendaciones verificamos la
validez de su enseñanza a través de nuestra propia experiencia.
Durante la
ordenación de bodhisattva tomamos refugio en el Dharma. Es la enseñanza de Buda
la que va a guiar nuestra vida y nuestra práctica y nos asociamos con la
comunidad de aquellos que comparten la misma confianza con el fin de ayudarnos mutuamente
para profundizar esa enseñanza. Así es que Buda, el Dharma y la Sangha son lo
que se llama los Tres Tesoros, es lo más preciado que encontramos en nuestra
vida. Cuando hacemos el voto de tomar refugio en Buda decimos que hacemos ese
voto con todos los seres sensibles. No es sólo un asunto personal, porque
hacemos ese voto para poder ayudar a todos los seres sensibles, compartir con
ellos la experiencia feliz de esa realización.
Hablamos de
realización porque no se trata solo de comprender mentalmente, sino con el
cuerpo en su totalidad. Si comprendemos la verdad pero el cuerpo no acompaña,
entonces sentimos una contradicción dolorosa y eso quiere decir que no hemos realmente
comprendido. Por ello desde que recibimos una enseñanza, hay que practicarla enseguida
con el cuerpo, con todo nuestro ser, impregnarnos de ella en nuestra manera de
funcionar. La sesshin es el mejor momento para eso.
Lo que
realizamos con todo nuestro cuerpo es lo que se llama “tai do”, la expresión es
“tai ge daido”: “tai” – el cuerpo – “ge” – comprender - y
“daido” – la Gran Vía.
“Do” es a la
vez la Vía en tanto que camino a seguir pero es también la última realidad, el
tao. Seguir la Vía verdaderamente, practicándola con todo nuestro cuerpo, nos
armoniza naturalmente con el tao, con la Vía en tanto que última realidad y
despertar a esa realidad. Es el fundamento de la enseñanza de nuestra escuela,
el Zen Soto, la enseñanza del Maestro Dogen de la no separación entre práctica
y realización.
“Shusho ichinyo”. Cuando la práctica es justa,
cuando el cuerpo está en la postura justa y el mental funciona en el modo de la
consciencia hishiryo, es decir, sin estancarse en nada, entonces en ese mismo instante
la práctica es despertar. Porque funcionamos en armonía con la última realidad,
en el total soltar la presa de nuestras ilusiones. Pero evidentemente, como
toda cosa, ese despertar inmediato es también impermanente. Es por ello que hay
que practicar constantemente, lo que llamamos “gyoji”, día tras día, instante
tras instante. Si no, nuestros malos hábitos antiguos toman la delantera y
olvidamos el despertar de zazen.
Se habla
frecuentemente de práctica progresiva y del despertar inmediato pensando que se
practica progresivamente para finalmente realizar el despertar en un instante
particular. Pero en el Zen Soto es lo contrario. Practicamos el despertar
inmediato pero seguidamente continuamos una práctica progresiva de armonización
con ese despertar para descondicionarnos de nuestras
viejas costumbres. Y en eso también la sesshin es el momento y el lugar más
favorable.
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