Sencillamente presentes...






Sencillamente presentes

Si se explica zazen a alguien que no practica y se le dice que se trata de estar sencillamente sentado y de no hacer nada, esta práctica puede parecer muy aburrida, monótona, sin gran interés.
Abordada desde el punto de vista de nuestro ego, zazen es así, como una forma de perder el tiempo mientras que pudiéramos hacer tantas cosas útiles en nuestra vida.
Pero cuando uno se sienta y se compromete verdaderamente en la sentada de zazen, es decir que ponemos toda nuestra atención y nuestra energía en no estar más que simplemente sentados sin perseguir nada; de golpe nuestra mente cambia completamente.
Es una completa revolución en relación a nuestra manera habitual de funcionar, siempre vueltos hacia los objetos bien sea exteriores –acciones, cosas por hacer- u objetos interiores, pensamientos, sentimientos, emociones…

Ordinariamente estamos siempre muy ocupados pero cuando entramos en el dojo y nos sentamos en zazen, sólo nos ocupa una cosa, estar completamente sentados. Y dejarnos despojar por zazen de cualquier preocupación, de cualquier apego. Y ahí, en vez de aburrirnos, descubrimos una nueva manera de estar en el mundo.
Estamos completamente libres del apego a los objetos, a los seres, a las cosas exteriores y realizamos que se puede ser perfectamente feliz, tranquilo y libre estando simplemente sentados. Estar simplemente sentados quiere decir que no tenemos necesidad de añadir nada al hecho muy simple, casi desnudo, de estar ahí, con todo lo que nos rodea, sencillamente uno con lo que es. Y que esto basta. Es la gran liberación de zazen.

Esto no quiere decir que ya no haremos nada en la vida más que zazen, si no que lo que hagamos en la vida, si ésta está enraizada en el zazen será una expresión de este zazen; es decir, la expresión de una simple  presencia en el mundo, despojada de toda forma de avidez, de elección, de rechazo. Esto quiere decir realizar una gran libertad interior que permite que nos comprometamos en las acciones, en las relaciones pero con una mente desinteresada. Zazen cambia completamente nuestro universo mental, nos hace salir de los viejos condiciona-mientos de nuestro ego y experimentar la visión despierta de Buda. Entonces ya no tenemos necesidad de dispersar nuestra energía en todo tipo de objetos, de hacer cosas. Como si tuviéramos que hacer para ser.

Si realizamos que en el fondo, el hecho de sentarnos en zazen, de estar sencillamente presentes, totalmente sentados basta; que no hay necesidad de nada más, entonces, todo lo que hagamos en la vida será hecho no como necesidad, sino con una gran libertad.

Las grandes prácticas de los bodhisattvas – el don, la ética, la paciencia, el esfuerzo, la meditación, la sabiduría- son entonces un arte de vivir en armonía con el Dharma, la verdadera naturaleza de la existencia. Esta forma de vivir es fuente de paz y de felicidad para todos los seres.
Roland Yuno Rech

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