El segundo aspecto del Despertar- Roland Yuno Rech

 
 
 
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LOS DOS PRIMEROS ASPECTOS DEL DESPERTAR
Sesshin Grube Louise, enero 2017
El segundo aspecto del Despertar
 
El segundo aspecto del Despertar es la satisfacción, estar satisfecho de lo que se tiene. Buda decía: “Si deseáis escapar del sufrimiento, debéis tener un espíritu satisfecho. Estar satisfecho significa tener un espíritu feliz y apacible. Una persona satisfecha y feliz lo será, aunque tenga que dormir en el suelo; una persona insatisfecha, aunque duerma en un palacio, será desgraciada. Aunque sea rica, es en realidad pobre, mientras que la primera, es en realidad rica”.

Ese era el caso del Maestro Ryokan, que vivía pobremente en una ermita en el bosque. Se contentaba con hacer zazen, leer y escribir poemas. En uno de sus poemas dice: “Mientras el sol brilla en el cielo, con mis ropas ajadas, en el claro de luna, leo en voz alta, para mí, los sutras…” Y añade: “A los que comparten mi Fe, dejadme daros este pequeño consejo: para disfrutar de la vida infinita, no tenéis necesidad de muchas cosas”.

Cuando observamos nuestra propia vida, nos damos cuenta de que a menudo estamos buscando “otra cosa”; otro trabajo, otra compañera o compañero, ir a vivir a otro sitio, practicar otra meditación u otra Vía… Cuando no estamos satisfechos, nuestros deseos se multiplican, y cuantos más deseos tenemos, menos satisfechos estamos, pues la verdadera satisfacción es estar en armonía con la verdadera Naturaleza de nuestra existencia. Es lo que, a veces, expresamos cuando decimos que queremos ser “yo mismo”. Este deseo está en el origen del espíritu del despertar, bodaishin.

Antiguamente, los monjes partían en peregrinación, y cuando encontraban un Maestro, el Maestro preguntaba: 

“¿Qué has venido a buscar aquí?”
“¡Quiero convertirme en Buda!”
“¡Pero si ya eres Buda! ¿Cuándo vas a cesar de errar?”

Somos ya nosotros mismos, immo, puesto que se trata de nuestra verdadera Naturaleza. Entonces, ¿Por qué preocuparnos de ello? Es, sin duda, porque no llegamos a ser verdaderamente uno con nosotros mismos. Nuestro espíritu está siempre dividido, insatisfecho con lo que somos.

Es cierto que es imposible identificarse con el propio pequeño ego cuando ese sí mismo, está limitado por nuestras construcciones mentales, cuando nos hacemos una idea de nosotros mismos, de eso que llamamos “nuestra identidad”, que hace de nosotros alguien especial, diferente de los otros… y de pronto, alguien limitado que es construido rechazando todo lo que él considera que no es él. El ego se construye en oposición al no-yo y eso empieza cuando el niño comienza a decir “no”, a estar en la negación. Pensamos que es la afirmación de su libertad. Pero la verdadera libertad no reside en el “no”, en la oposición sino, por el contrario, en el “gran sí”, en el reconocimiento y la aceptación de lo que somos en realidad, en el fondo, es decir uno con todo el universo, unido a todos los seres. Entonces, el caparazón, la armadura de nuestro ego se disuelve y podemos movernos libremente, espontáneamente.

La verdadera satisfacción no reside en el dominio del tener, sino en la cualidad de ser. Zazen nos hace realizar esta cualidad de ser, permitiéndonos abandonar todos nuestros apegos, todas nuestras fabricaciones mentales, y realizar que somos simplemente “eso”.

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