La Meditación (Zazen), Patrick Pargnien
LA MEDITACIÓN (ZAZEN)
La meditación es un espacio de Paz y de Silencio donde no hay nada que hacer ni que no hacer. En la sencillez de este silencio, solamente observar, es decir, prestar atención a cada movimiento interior que nos habita y confiar en que esta oración silenciosa nos abra cada vez más profundamente a nosotros mismos, pacifique nuestra relación con el mundo interior y exterior, y nos conduzca a la transformación sin esfuerzo ni dolor.
La meditación se puede experimentar bajo dos aspectos, en la práctica meditativa y en la respiración de la mente meditativa, es decir, en el movimiento de "meditar".
La práctica meditativa consiste en practicar con el cuerpo en una postura que reúne las condiciones más favorables de apertura a la dimensión trascendente. La dimensión "más allá" del sistema condicionado, o mejor dicho, que lo abarca.
Es la práctica "cuerpo-mente" celebrando el silencio que reside en el corazón de lo que es. En definitiva, la práctica es una celebración de la dimensión sagrada de la vida, una celebración de aquello que escapa a la conciencia que se aferra.
Nos invita a escuchar lo que somos con el corazón y la compasión, es decir, a ver lo que está presente en nuestro interior sin amargura, sin resistirnos ni alimentarlo, sin ira ni lucha. Esta escucha profunda profundizará en nosotros esta cualidad de presencia, atención y compasión en nuestra vida diaria y hacia los otros, porque se cultivará en nuestra relación íntima con nosotros mismos.
El hálito de la mente meditativa, "meditar", está más allá de cualquier forma o intención particular. Es el canto invisible, intangible y silencioso del momento presente, que se expresa en cada paso que damos en el camino de la existencia.
La respiración de la mente meditativa, "meditar", no es una técnica para practicar, ni un hacer, ni un no hacer, sino un estado del ser, un estado de gran libertad en el corazón abierto.
La meditación es como el pájaro que vuela sin sueños de futuro, y que, libre, se posa en la rama del árbol.
Nadie lo ha llamado ni atraído. Nadie puede atraparlo.
¡Os deseo una hermosa práctica!
De corazón a corazón, Patrick
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