PENSAR CON EL CUERPO, Continuacion de la puerta 8 del despertar, Roland Yuno Rech
PUERTA 8 DE LAS LUMINOSAS PUERTAS DEL DESPERTAR (CONTINUACIÓN)
ROLAND YUNO RECH
Pensar con el cuerpo
En zazen, pensamos con el cuerpo entero, no sólo con el cerebro. Percibimos la realidad mucho más profundamente que cuando reflexionamos, más sencillamente, más conscientemente, pues todas las células de nuestro cuerpo son parcelas del universo. Nuestro cuerpo es capaz de pensar más allá de los pensamientos limitados del cerebro izquierdo. Siente profundamente la interdependencia, está constituido por ella. Así, pensar con el cuerpo es la mejor manera de tener un pensamiento justo, vasto, no limitado, lejos de los conceptos, de las nociones, de las fabricaciones mentales.
Por ello zazen nos libera del encierro en nuestras categorías mentales, nos permite aceptar lo que perturba nuestras categorías y por tanto, realizar una mente flexible que se armoniza con la impermanencia. Que es capaz de soltar presa de instante en instante. Aunque agarremos cualquier cosa, rápidamente la soltamos. Es la mejor manera de poder progresar en el camino. El pájaro no puede volar sino suelta la rama en la que está posado. Para ello, no hay que tener miedo del vacío.
Zazen nos ayuda a familiarizarnos con la vacuidad que no es la nada, sino la ausencia de substancia fija de toda existencia. No estamos tratando con cosas sino con procesos, fenómenos en perpetua interacción. Si analizamos los fenómenos, no podemos asir nada, no hay substancia, sólo energía. Zazen nos permite conectarnos de nuevo con la energía cósmica fundamental. Es lo que nos da la sensación de encontrarnos de nuevo en casa, de estar en armonía con nuestra vida. Es lo que nos permite recibir la enseñanza de todos los seres pues todos los seres son Buda, todos los seres son la última realidad, todo nos enseña el Dharma.
En ese momento ya no hay oposición entre lo que llamamos el samsara, es decir, la vida de transmigración entre los estados condicionados y a menudo dolorosos, y lo que llamamos el nirvana que no es un lugar lejano más allá. Es sólo otro estado de consciencia en el que han sido disueltos los venenos de la avidez, del odio y de la ignorancia, el no despertar.
Por tanto, dejaros aclarar, iluminar por zazen y dejad que esa ignorancia se disipe. Tened total confianza. Es el mensaje de Buda: esto es posible para todo el mundo. No hay necesidad de ser un ser excepcional para ello. Sólo hace falta el coraje y la paciencia de mirar en uno mismo y dejarse despertar por la realidad de lo que vemos. Zazen nos toma literalmente de la mano para mostrárnoslo, para acompañarnos en este descubrimiento. Sólo tenemos que seguirle.
Ser constantemente consciente
El sutra dice: “Ser constantemente consciente de Buda pues eso es en sí la pureza.” Yo también diría: “Ser constantemente consciente, eso es Buda.” Despertarse a la realidad de cada instante, eso es en sí la pureza, el espíritu no dividido, es decir, sin avidez ni odio, a sea lo que sea que llegue. Y si la avidez y el odio aparecen, sed sólo conscientes, sin querer apegaros a ello, ni buscar eliminar las propias emociones. Sed sólo conscientes y observad su impermanencia.
Todo pasa naturalmente. No os opongáis al desarrollo normal de la impermanencia. Al final de su vida, el Maestro Dogen terminó por decir: “La impermanencia es la naturaleza de Buda.”: Mujo Bussho. Generalmente, tememos la impermanencia. Nuestro ego no para de apegarse a objetos que espera que sean permanentes. Y como eso es contrario a la realidad, lo sufrimos de todo tipo de maneras. Si rechazamos la impermanencia, nos condenamos a sufrir. Si no nos gusta la impermanencia, es que, generalmente, no vemos más que su aspecto negativo. Por ejemplo, en este momento es otoño, las hojas caen de los árboles, las flores se marchitan. Nos dirigimos al frío y añoramos los días bellos. Pero, al mismo tiempo, el otoño es una promesa de renovación. La caída de las hojas permitirá que los brotes se desarrollen y eclosionen en primavera. Todas nuestras ilusiones son impermanentes. También pueden caer como las hojas en otoño. Y dejar espacio al Despertar.
Abrazar la impermanencia, reconciliarse con ella, es la verdadera liberación. Hablamos de desapegarnos, pero la impermanencia nos desapega naturalmente, sin esfuerzo. Shakyamuni se convirtió en un Buda, un despierto, descubriendo el Dharma, es decir, la realidad fundamental de la impermanencia y de la interdependencia de todos los fenómenos. Rechazarlas es la causa de todos los sufrimientos. Aceptar esta realidad y armonizarse con ellas es Despertar, satori, verdadera comprensión. Esto debe realizarse con el cuerpo entero, no sólo con el cerebro. Esto debe ser una comprensión de todo nuestro ser.
En el momento de la ordenación de bodhisattva, tomamos refugio en los Tres Tesoros. Tomamos refugio en el Buda, que es la fuente de todos los tesoros, cantando: “Ji ki e Butsu, tomo refugio en el Buda. To gan shujo, con todos los seres.” Y añadimos: “Tai ge dai do, realizamos la Gran Vía a través de todo nuestro cuerpo.” Tai ge, quiere decir comprender con el cuerpo. Y dai do, es la Gran Vía, y al mismo tiempo el gran Despertar. Do, es el Tao, el Dharma, el Orden Cósmico. Esto significa que hacemos el voto de encarnar el Dharma. Va más allá de una simple comprensión intelectual.
Mentalmente, podemos comprender totalmente esto. Pero en la práctica del zen, se trata de realizar, de hacer real esta enseñanza a través de todo nuestro cuerpo. En la postura de zazen, en los gestos y los cantos de la ceremonia, en la acción de caminar cuando nos paseamos, de comer cuando comemos la gen mai, de cortar las verduras cuando hacemos el samu en cocina. En cada una de estas prácticas, somos totalmente uno con la práctica del instante presente. La impermanencia está constituida por una serie de instantes. Nuestra práctica consiste en concentrarse totalmente en cada instante, no pensar ni en el antes ni en el después, ni en fuera, estar totalmente presentes aquí y ahora. Este instante está más allá incluso de la impermanencia. Practicar así es la pureza, es ser puro de toda dualidad, de toda separación, ser totalmente uno con la vida real de cada instante. Y esto, lo hacemos realidad con todos los seres pues la realidad de este instante es que jamás somos separados de todos los seres. Es por lo que Shakyamuni exclamó en el momento de su Despertar: “He realizado el Despertar con todos los seres del universo.” Aquí y ahora, practicamos zazen con todos los seres del universo y durante la ceremonia, les dedicamos los méritos de nuestra práctica. Dicho de otro modo, nuestra vida es compartir, dar y recibir.
(Puede adquirirse el libro completo por 15 euros
en Dojo Genjozen PAmplona/iruña
zennavarra@yahoo.es)

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