LA PARADOJA DE LA VOLUNTAD EN LA PRÁCTICA DEL ZEN
LA PARADOJA DE LA VOLUNTAD EN LA PRÁCTICA
“El Buda habla en su enseñanza de “el arte de lo practicable”. Aquí y ahora tal y como soy con mi propia historia, mi karma, mi apegos e ilusiones, ¿qué paso más puedo dar? ¿Qué paso puedes dar? Un paso más en la Vía es muy importante”.
Roland Yuno Rech
La voluntad es un tema que aparece a menudo en nuestro cuestionamiento sobre la práctica y en los mondos. La voluntad forma parte de las facultades personales como la inteligencia, la memoria, la atención. Cómo es posible que haya que abandonarlo todo, hasta la propia búsqueda, que como decía Ryokan, puede ser tu propia herida, y que a la vez sea necesario un esfuerzo, una constancia, una gran paciencia para las que se necesita de esa voluntad.
De forma paradójica, sin el esfuerzo y sin la voluntad no podremos avanzar. La voluntad es indispensable, para ir de forma asidua al dojo, para practicar en lo cotidiano y levantarnos por la mañana cuando no tenemos ganas, para tomar la resolución de practicar bajo todos los tiempos cambiantes, entendiendo que nosotros somos el clima. Indispensable, para no dejar que el mental vaya a su deriva, para anclarnos con determinación en la postura. A la vez tenemos en cuenta cuando Dogen expresa cómo con nuestras facultades personales no llegaremos al despertar, a la intimidad con nuestra propia naturaleza.
Uno de los factores del despertar es la energía, así como una de las paramitas es el esfuerzo y otra la paciencia, ¿cómo compaginarlo con una práctica mushotoku: sin ánimo de provecho u obtención? Estos aspectos paradójicos nos van a llevar más allá de nosotros mismos, ayudándonos a soltar, a integrar las aparentes contradicciones. Como la postura de zazen, en su aparente contradicción, postura firme y distendida.
Necesitamos vivir todas las dimensiones, transitar por todas ellas. No solamente transmitir la información, sino la confianza de que se puede realizar este tránsito.
Como modelo de esta voluntad, de la determinación en la práctica se suele hablar de Eka, cuando tras haber recibido los preceptos del maestro zen Pao-Ching, se dedicó a viajar buscando la enseñanza y descubrió un día en un libro la prajna paramita y fue totalmente atrapado por esta enseñanza de la sabiduría intuitiva, se dice que la comprendió instantáneamente de un sol vistazo.
Tras esta comprensión, se dedicó a practicar zazen día y noche durante ocho años. En el profundo silencio de su meditación se le apareció un espíritu luminoso que le dijo: “¿Quieres conseguir un resultado y te quedas quieto? El Gran Vehículo no está lejos, debes viajar hacia el Sur”. Comprendió que esta luz era una gran ayuda espiritual. Su maestro le comentó que el sur del que le habló el espíritu se refería al lugar donde estaba el maestro Bodhidharma del monasterio Shaolin y que él sería su maestro.
Llegó a Shaolin el noveno día del duodécimo mes del año 528. Bodhidharma no le permitió entrar en el mismo y Eka permaneció sentado en el exterior, en el umbral. Aquella noche nevó copiosamente, y Eka se mantuvo inmóvil hasta el amanecer con una firme determinación. “La nieve le cubría la cintura, el frío le calaba los huesos y las heladas lágrimas le congelaban el rostro”, Keizan-Denkoroku. Pensando en lo que los antiguos hacían cuando buscaban la vía, decidió resuelto a permanecer sentado inmóvil.
Sin una firme resolución, la práctica de la vía es una pérdida de tiempo.
Al llegar la aurora, Bodhidharma vio que había pasado allí toda la noche y le preguntó, que qué quería. De nuevo lo rechazó y la determinación de Eka a encontrar la Vía, se fortaleció aún más. A continuación, cogió una afilada espada y de un tajo se cortó el brazo izquierdo.
Parece ser que en realidad le faltaba un brazo y que lo habría perdido luchando con unos bandidos, pero eso no es importante, lo importante es el sentido del gesto ¿Qué estamos dispuestos a abandonar para seguir la vía? Cortarse un brazo puede ser abandonar nuestros apegos, las ilusiones, las perezas, las pequeñas cosas que nos apartan de ella.
La primera enseñanza de Bodhidharma fue enseñar a Eka la paciencia. La práctica más difícil es la práctica constante, la práctica que no se detiene, gyoji, no es implicarnos a tope una semana, un mes, un año. “Gyoji no es solamente la práctica constante en el tiempo, no es solo practicar día tras día hasta la muerte, es hacer de todos los fenómenos (gyo) la ocasión de practicar.
Así no hay fenómenos fuera de esta práctica. La vida cotidiana instante a instante es el reflejo de cómo funcionamos, de cómo funciona nuestra mente. Así, practicar y liberar nuestra mente de sus apegos, sus prejuicios, de sus coagulaciones mentales, de su visión dualista es también liberar el mundo en el que vivimos”, Roland Yuno Rech- La Vía del Pájaro. Es abandonar todo objetivo, y la mente que quiere una recompensa, que calcula la relación entre el esfuerzo y la obtención. Cuando contactamos con mushotoku, cada instante de práctica es un instante de realización.
Bodhidharma comprendió que Eka era un receptáculo adecuado para la Vía. Dice Keizan:
“Cuando los budas buscan el Dharma en su mismo origen, se olvidan de sus cuerpos. Tú que acabas de cortarte el brazo posees la determinación necesaria para recibirlo”. En este momento es cuando recibió el nombre de Eka (Determinación para el Dharma) y Bodhidharma le permitió entrar en su habitación. Eka le sirvió durante ocho años.
Sobre esta escena, escribe Dogen: “Que Eka se haya cortado un brazo habiendo realizado así la esencia de la Vía y que haya alcanzado la médula de su maestro es una extraordinaria enseñanza para nosotros, ya que este maestro zen que se ha despojado, abandonado cuerpo y mente no es otro que nosotros mismos”.
Pero cuando llega el momento en que nuestra práctica va más allá de la voluntad, en que zazen hace zazen, en que él maneja nuestra barca y encontramos un modo de funcionar inconsciente, automático, natural y ya no necesitamos usar la voluntad, soltamos, nos abandonamos en ese reencuentro de la dimensión última de la práctica que es la intimidad con uno mismo. “Abrir las manos, que decía el maestro Deshimaru. Sabemos que este abandonar es totalmente independiente de la voluntad. Es imposible hacerlo con la voluntad. “Abrazar las contradicciones”, no estancarnos en un sitio ni en otro. “Tener ambas cuerdas de la cometa”. Nuestra práctica es a la vez esfuerzo y atención. Voluntad y soltar. Tanto uno como el otro, o los dos a la vez”. Luc Boussard-Moissac 2013
Una vez que Eka mostró su determinación para la práctica, le pidió a su maestro que le enseñara el verdadero Dharma. Bodhidharma le dijo: “No debe ser buscado cerca de otro”. Eka le dijo: “Mi espíritu no está en paz, por favor pacificadlo”.
Ya no es cuestión de esfuerzo infinito, de paciencia ilimitada, sino justo de la ahoridad del instante, de la visión justa, la intuición justa de nuestra propia mente, la esencia de nuestra existencia, de lo que es nuestra propia intimidad y que es inasible., totalmente una con todas las existencias, con el universo entero. No podemos asirlo, pero sí armonizarnos con ello y continuar esta práctica a cada instante.
-Tráemelo, muéstramelo que yo te lo pacificaré.
Eka al oír estas palabras despertó: “He realizado mi espíritu, pero es inasible shin fu ka toku”. Bodhidharma concluyó: “Pues ya está totalmente pacificado”.
Aunque Eka hablaba a menudo de la mente y de su naturaleza esencial, aún no había llegado a ser uno con la verdad.
En el libro “Funcionamiento profundo dentro de la habitación” de Yun men, se dice que en cierta ocasión Eka y Bodhidharma estaban ascendiendo al pico Hsiao-shih y Bodhidharma le preguntó:
- ¿Qué camino tenemos que tomar? ¿En qué dirección va el camino?
Eka le contestó:
- Va todo derecho. Hay que seguir siempre adelante.
Bodhidharma le dijo:
-Si tratas de continuar siempre derecho delante de ti, serás incapaz de avanzar un paso más. Será la mejor manera de no llegar a ninguna parte.
Apenas escuchó esto Eka despertó.
Me gusta mucho esta pequeña historia que completa el aspecto de la determinación de Eka. Sobre todo, se trata de la actitud voluntarista de Eka que quería ir siempre derecho, cortar con todo, hasta su propio brazo.
A menudo se comprende así la concentración de zazen, ir derechos sin mirar a derecha o a izquierda, siguiendo lo que se cree haber comprendido. Kodo Sawaki decía que el zen no es como una vía de ferrocarril que va toda derecha. No se trata de meternos en los raíles de nuestras ideas, concepciones, aunque sean concepciones zen. Por ejemplo, querer iluminar todas las ilusiones y apegarse solamente a la vacuidad no es la verdadera vía del bodhisattva, sino acompañar a todos los seres en la vía del despertar, sin permanecer atrapado en el samsara por sabiduría, ni en el nirvana por compasión.
Finalmente, Bodhidharma le entregó el cuenco y el kesa diciéndole:
- “Internamente te he transmitido el sello del Dharma que confirma la mente despierta. Externamente te entrego el kesa y el cuenco. Esto es lo que determina la enseñanza”.
Por supuesto había habido la transmisión fundamental, el sello del Dharma, i shin den shin, de mano caliente a mano caliente, de corazón a corazón, intimidad compartida, más allá de palabras, formas, rituales y también la confirmación de esta transmisión con la entrega del kesa y del cuenco.
Antonio Taishin Arana
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