Denkoroku, encuentro entre Yakusan y Ungan, de lo absoluto y lo relativo

 

 


 DENKOROKU: ENCUENTRO YAKUSAN -UNGAN

 -de lo absoluto y lo relativo-

 

“Yakusan le preguntó a Ungan. ¿Qué es lo que quieres hacer con el nacimiento, la enfermedad y la muerte que se encuentran frente a ti?

Ungan le contestó:

-Frente a mí no hay nacimiento, ni enfermedad, ni muerte.

Y- ¿Cuánto tiempo estuviste con tu maestro Hyakujo?

            -Veinte años.

Y-Has estado veinte años con Hyakujo y sigues siendo una persona ordinaria. El punto esencial de la Vía es aclarar la mente y despertar a lo esencial”.

 

Keizan en el Denkoroku nos cuenta este encuentro. La referencia para despertar a lo esencial nos remite a investigar en nuestra vida los tres sellos, los tres marcos de la existencia: impermanencia, no-ego/no sustancialidad -vacuidad e interdependencia. El sufrimiento se omite como sello por no ser un aspecto inherente a la existencia ¿Cómo integramos estos aspectos en nuestra vida?

 

Ungan no había encontrado el momento propicio, o mejor el momento propicio no le había encontrado, la silenciosa coincidencia que decía Bankey. Este momento propicio, estas condiciones adecuadas no tienen que ver con el hecho de ser un principiante o el de llevar largo tiempo practicando. Tiene mucho que ver con el hecho de experimentar directamente la fuente, actualizar y estabilizar esta experiencia- “La fuente sutil es clara y luminosa”, Sandokai-y de ese modo despertar.

 

En los encuentros que nos relata Keizan, vemos que aparece a menudo la pregunta:

¿Qué eres tú? ¿De dónde vienes? ¿Por qué estás aquí? Con lo que en estos encuentros y en la respuesta a estas preguntas, se aclaraba la profundidad o superficialidad de la determinación del discípulo.

 

En esta determinación, el intento de resolver el asunto del nacimiento y de la muerte es esencial. Vislumbrar la profunda intimidad bajo el kesa, dejarse tocar por ella habiendo soltado todas las categorías. Y en esta intimidad las cosas se manifiestan tal como son. “El pez nada en el agua, siendo el auténtico pez. El pájaro que vuela en lontananza es el auténtico pájaro y sigue la Vía del Pájaro”. Pero tiene que realizar que nada, que vuela y a la vez que está en el estado de despertar.

 

Tenemos que abrazar los dos aspectos a la vez, absoluto y relativo. Si decimos he realizado el estado de unidad, es paradójico: ¿Estabas antes separado? Quizás el problema sea conceptual. Debemos percibir ese estado de no-separación sin separarnos. Lo que implica un salto fuera del paradigma dualista en que funciona nuestro cerebro. Un salto que cuando somos capaces de hacerlo consiste en ir del mundo de la dualidad al mundo de la unidad, permaneciendo en el mundo de la unidad. El grado de claridad con que lo percibimos sin caer en los extremos (unidad-absoluto o en otro dualidad-relativo) indica la profundidad de nuestra experiencia. El problema es apegarnos a la consciencia que tenemos de un solo aspecto. Debemos ser capaces de ver a la vez lo absoluto y lo relativo y actuar en ambas esferas, sin estar apegados a uno u otro aspecto.

 

Ungan habló de forma descuidada: “Frente a mí, no hay nacimiento ni muerte”.

Tenemos que tener cuidado con nuestras respuestas, nuestras explicaciones absolutas, no ser descuidados con ellas:

“Encontrar lo absoluto, no es todavía despertar”, Sandokai.

 

Para comprender que no hay nacimiento ni muerte, tenemos que penetrar profundamente en el nacimiento y en la muerte. La impermanencia nos sacude constantemente. Ella es el motivo, muchas veces de nuestro acercamiento a la Vía. Por ello la cuestión de la vida y de la muerte es fundamental, puede hacernos cambiar nuestra mirada, nuestra actitud, en ese justo ser uno con lo que aparece y desaparece, con esa presencia de la mente innata en que no hay nadie que haga zazen, que solo quede el mismo zazen. El peso de una llama.

 

Acaba Keizan con este poema:

 

Una barca solitaria

surca las aguas

bajo la luna llena.

Si vuelves la cabeza

no verás cimbrearse los juncos

que dejaste atrás.

 

Es el paisaje del zen, practicar con cuerpo y mente abandonados en una presencia desnuda de luna llena, surcar las aguas en la barca solitaria y los juncos que dejamos atrás, no se cimbrean.

 

Antonio Taishin Arana

Dojozen Genjo Pamplona/Iruña

 

 

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