Tozan: La prédica del dharma de los seres no sensibles, Eduardo Donin García

 

                                


                     LA PRÉDICA DEL DHARMA DE LOS SERES NO SENSIBLES

Llegamos al punto esencial y clave de la búsqueda del maestro Tozan: La prédica del Dharma de los seres no sensibles.  En la época de Tozan se trasmitían oralmente preguntas y mondos célebres entre maestros y discípulos que los habían precedido. Una de esas preguntas es: ¿Cuál es la mente de  los antiguos Budas?

Todo ello estaba referido a la trasmisión de la vía, al asunto fundamental de la práctica. La trasmisión comienza con Buda y Mahakashyapa.  Es una trasmisión sin palabras, donde Buda levanta la flor y Mahakashyapa sonríe y comprende.  El Buda después de ver la sonrisa de Mahakashyapa dijo: “Tengo conmigo el Tesoro del ojo del verdadero Dharma  y la maravillosa mente del nirvana y se lo he trasmitido a Mahakashyapa”.

Nuestra pregunta y la de cualquiera que empiece a practicar zazen y se interese por las enseñanzas, por la trasmisión del Dharma es,  ¿que comprendió Mahakashyapa?

Desde Buda hasta nuestros días esa trasmisión ha perdurado a través de la tradición, y a través del tiempo. Todos los textos se refieren de alguna manera a esta trasmisión de la práctica correcta y de la comprensión justa del Dharma. Puede surgirnos la pregunta: ¿Y si es una trasmisión sin palabras como es que hay textos fundamentales?  ¿Cuál es la función de los textos en el zen?

Cuando se realiza una introducción a la práctica del zen, o a la práctica de zazen, lo que en realidad se hace es una introducción a la naturaleza esencial de la Mente. A la mente innata de Bankey, la Rigpa no-nacida que dirían los tibetanos. La postura y la práctica en realidad no es otra cosa que la creación de las condiciones necesarias, para que cada cual descubra por sí mismo la naturaleza de la Mente no nacida y uno se familiarice con ella. Se haga íntimo con ella.

La experiencia de zazen escapa a la conceptualización del lenguaje, toda expresión de alguna manera será imperfecta, pero eso no quiere decir que no haya múltiples expresiones refiriéndose a ello. Los textos y las palabras son el dedo que señala la luna, y existen múltiples expresiones que los diferentes maestros han dado.  El maestro Dogen en el Eiheikoroku lo expresa así: 

 


“En la terraza la primavera despierta de su sueño

y percibe el aroma de la flor.

Mostrada largamente a los seres humanos y celestes,

sólo Mahakashyapa la ve y sonríe.

La lluvia de la montaña se convierte en nieve

y son su cuerpo puro.

Los ochenta y cuatro mil versos que he oído esta noche,

llegado el día ,¿cómo podría trasmitirlos? “ 

Los textos podríamos decir que cumplen dos finalidades. La primera de ellas es orientarnos en la práctica. Debemos comprender el sentido de la palabra orientarse. Si miramos el diccionario podemos obtener varias definiciones y acepciones. La palabra orientarse contiene la palabra oriente, aunque no signifique expresamente mirar hacia oriente. La definición que más nos puede ayudar en este sentido, es la que dice que orientarse es: “Ubicarse en referencia a un punto cardinal”.

Para nosotros el punto cardinal es el Dharma de Buda, por lo tanto sería caminar con una orientación concreta,  dicha orientación no significa dirigirse hacia un fin determinado, pero la práctica de zazen sí que es de una determinada manera. Por ejemplo cualquiera puede sentarse en la postura de Buda o similar, y las pautas pueden ser, “sumérgete en un océano de paz e imagina que estas sentado junto a seres celestiales”, puede ser una buena práctica o incluso beneficiosa si se quiere, pero ten por seguro que aquello no es zazen.

Así que lo cierto es que hay una práctica justa de zazen, es  en ese sentido donde  los textos son orientativos.  Así como trasmisores de lo que es y de lo que no es el Dharma, entendiendo el Dharma en sus dos acepciones, como realidad última, en sentido absoluto, y como enseñanza de Budas y patriarcas, “sus enseñanzas” que son acordes con el Dharma.

Esto no entra en contradicción con una práctica “mushotoku”, es decir sin espíritu de provecho personal, sin objetivos o sin “metas” predeterminadas, si entendemos estas como  la estructura de los pensamientos medios- fines que nos atan todo el tiempo. Una práctica sin objetivos y sin metas, no es una práctica sin dirección,  o sin orientación.

Sin una dirección concreta podemos extraviarnos, podemos “crear nuestras propias categorías”, parafraseando al maestro Sekito.  Así que podemos afirmar que la práctica de zazen es sin meta, sin objeto y sin objetivo, pero no sin orientación. Si fuera sin orientación podríamos hacer una gran hoguera con todas las “instrucciones” para la práctica, o con las palabras y expresiones de los que nos precedieron.   

 El Dharma no es “palabra de Dios” no tiene interpretaciones teológicas donde un grupo de eruditos discuten sobre su verdad o falsedad, algo a lo que en Occidente estamos muy acostumbrados, aunque no es un rasgo característico de Occidente, sino más bien de la condición humana, aunque los temas de discusión varíen.   En el Denkoroku el Maestro Keizan escribe este poema:

“La mente está vacía y el conocimiento puro no es correcto ni erróneo.

¿Qué es, pues, lo que está atado o liberado?

Aunque se conviertan en los cuatro grandes elementos

y en los cinco skandas, la visión, la audición, las formas y los sonidos

no son, a fin de cuentas, más que mente. “

 Después del maestro Nansen, Tozan fue a estudiar con el maestro  Kuei Shan, ( Yakusan en japonés) y Tozan le inquirió  “últimamente he escuchado hablar sobre la prédica del Dharma de los seres no sensibles pero no he logrado comprender sus sutilezas, Yakusan le respondió: “ ¿Lo recuerdas? “. A lo que Tozan respondió afirmativamente, y Kuei Shan le dijo: “Entonces dale una oportunidad”.

 


 

Esa era la pregunta que Tozan guardaba en su interior, ¿Que es la prédica del Dharma hecha por los seres no sensibles? Es posible que Tozan pensara que sólo los iluminados y los Budas pueden predicar el Dharma, y cuando en determinados sutras habla que las montañas, los ríos, de que toda la realidad predica el Dharma, es posible, que la inquietud y la extrañeza se apoderaran de él. También es algo que a nosotros nos pasa o puede pasarnos, pensando que sólo lo “elevado” puede predicar el Dharma.

Acto seguido al parecer Tozan recitó de memoria todo el fragmento donde se expone el mondo entre el Maestro nacional y un monje, que trata de la pregunta´: ¿Qué es la Mente de los antiguos Budas? ( Continuará….)

Eduardo Donin García.

        

 

 

 

 

 

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