¡Qué difícil es soltar!, Artur Shogyo Duch

 

¡Qué difícil es soltar!

     En el Budismo Mahayana existen  los cinco agregados: el cuerpo, las sensaciones, las percepciones, formaciones mentales y conciencia sensorial. Gracias a ellos tenemos la experiencia de nuestra vida y de todas las demás existencias que nos rodean.

    En el tiro con arco en el espíritu zen, entramos en un espacio de atención poco explorado, a través del cual sentimos la sensación del tacto, del aire que nos rodea, del frío y del calor,del aire que nos entra por la nariz al respirar. Al tensar la cuerda sentimos los músculos que actúan y los que están relajados, así con la actitud mental adecuada, desciframos este lenguaje interno; a menudo tan escondido como importante en esta práctica y en nuestra existencia.

    En el tiro con arco en el espíritu zen, es esta conciencia sensorial la que nos hace entender y vivir todo el proceso del lanzamiento de la flecha.

La atención en la postura, la respiración , la actitud mental ante cada pequeño gesto: para colocar la flecha, levantar el arco, encarar la diana, tensar la cuerda y el momento culminante de DEJAR IR la flecha; este es el momento más crítico de todo el proceso del tiro, la "dejada", soltar.

    Como decía el maestro Dogen: "Nuestro cuerpo no nos pertenece, nos ha sido dejado por un corto espacio de tiempo." Esto mismo ocurre con todo lo que tenemos y utilizamos, todo nos ha sido dejado, nada es nuestro. Dar, dejar, entregar, qué difícil se nos hace este acto con cualquier cosa que tenemos. Así pues, si no somos capaces de desprendernos, de soltar en nuestra vida diaria, de desasirnos, si no hay generosidad en nosotros no se producirá una dejada fluida.

    Dar, dejar, soltar, abandonar, no sólo en lo material, sino también en dejar a los demás libertad de pensamiento, de acción, de decisión, sin ejercer nuestra voluntad sobre ellos.

    La culminación del tiro está en el acto de soltar, este acto debe pasar por sí solo, sin voluntad, sin intención, de forma natural. Como dijo Dogen shin jin datsu raku: “Cuerpo y mente abandonados”.

    La vivencia profunda de acertar en el blanco interior es el resultado del estado de espíritu del arquero. La atención y el esfuerzo deben estar puestos en la acción mushotoku, sin espíritu de provecho o de obtención, sin objetivo; no en un resultado. No hay nada que conseguir ni nada a qué aspirar.

    En todo el encadenamiento del tiro, no debe haber en el arquero ni un solo instante de duda ni en el movimiento ni en la mente. Así es como el arquero se encuentra a sí mismo.

    En el zen, las enseñanzas de Buda y de los maestros de la transmisión son inseparables de una  práctica cotidiana para una realización espiritual efectiva. Así pues, es necesario que el arquero se funda con el arco, la flecha, la diana y el "yo" en la práctica para toda la vida. Sólo así en esa unidad, será "Eso" que no tiene nombre, quién realmente lanzará la flecha.

 

Artur Shogyo Duch

 

  

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