Gérard Chinrei Pilet: Virtudes y paradojas de la ofrenda a los Seres Despiertos





Virtudes y paradojas de la ofrenda a los Seres Despiertos

Además del zazen, la práctica de la ofrenda a los Seres Despiertos es muy recomendada por el Maestro Dogen, como lo atestiguan algunas líneas del capítulo Kuyô Shobutsu (Ofrenda a los Seres Despiertos) del Shôbôgenzô: "Cuando uno hace una ofrenda a los seres despiertos del pasado y se convierte en monje para seguirlos, se convierte en un ser despierto. Es gracias al mérito de la ofrenda hecha a los Despiertos que uno se despierta a sí mismo. Seres que nunca han hecho una ofrenda a un solo despierto, ¿cómo podrían despertar ellos mismos? Uno nunca puede despertar sin una causa.”

Esta última observación apunta a la paradoja del despertar : Aunque como tal es sin causa ya que es no condicionado y originalmente presente en todos, su realización presupone la adopción de prácticas que actúan como causas que dan acceso al mismo. En otras palabras, aunque el despertar está más allá del ámbito de la causalidad, hay que actuar en el mismo ámbito de la causalidad para actualizarlo. Esta paradoja es el elemento central del koan que atormentaba al joven Dogen: "Si todos somos ya Buda, ¿por qué debemos practicar? »

Para poder producir el Despertar, esta ofrenda, dice el Maestro Dogen, debe ser totalmente desinteresada. Si no es así, el autor de la ofrenda permanece en la esfera del ego y sólo alimenta la ilusión de un "yo" separado que considera que el despertar es algo de lo que se apropia a través de la adquisición de buenos méritos.

Por otro lado, Dôgen añade: "Hacer una ofrenda a los Despiertos no es ofrecerles las cosas que necesitan. Nos apresuramos a hacer una ofrenda a los despiertos para que nuestra vida no pase en vano. Aunque sean de oro y plata, flores o perfumes, ¿qué interés podrían tener para los Iluminados del pasado? Aunque fuera así, si los Despiertos están dispuestos a aceptar nuestras ofrendas, es por su gran compasión, conscientes de que al aceptarlas sólo aumentan el mérito de los seres vivos".

Esta es la paradoja de la ofrenda a los despiertos, es decir, que sus verdaderos beneficiarios no son los que la reciben sino los que la hacen. En efecto, al venerar a los Seres Despiertos, se facilita en gran medida el acceso al carácter desinteresado de la ofrenda y este desinterés total actualiza en el autor de tal ofrenda el potencial de despertar presente en él. Siendo el desapego la señal misma de la superación del ego, podemos decir que, en última instancia, la ofrenda a los Despiertos es una ofrenda del ego a lo que lo trasciende, a saber, el Ser universal incondicional (jiko) que todos los Despiertos realizan.

Finalmente, la otra paradoja de la ofrenda es el hecho que ofrecemos lo que no nos pertenece, ya que en última instancia nada nos pertenece. Pero hacer una ofrenda de ello sin embargo completa la comprensión de que nada nos pertenece.

Desde este punto de vista, la ofrenda a los Iluminados y  zazen se encuentran, siendo zazen la ofrenda del cuerpo y la mente (shin jin datsu raku). Ofrecer este cuerpo y esta mente sobre los cuales el ego construye su falsa identidad o de los cuales se considera indebidamente el poseedor, es la mayor ofrenda que podemos hacer a los Despiertos y es también la que hace de nosotros Seres Despiertos.

                                               Gérard Chinrei Pilet (Diciembre 2019)
                                                   (Dojozen Genjo Pamplona/Iruña)


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