Sobre el Samu
SOBRE EL SAMU
La rana nada.
Su estado:
pura entrega.
Buson
En el zen hablamos a menudo del gyoji, la práctica continuada, que se
representa por el círculo de la vía, que es la imagen de nuestro dojo. Práctica que impregna toda nuestra vida
cotidiana, cada uno de sus aspectos, cada fenómeno de nuestra vida, sin ceñirse
al momento de la postura sedente.
Uno de los aspectos es el samu, el trabajo para la comunidad,
hecho en el espíritu del zen, el espíritu del despertar. Con un espíritu mushotoku, sin espíritu de obtención,
sin esperar acumular méritos por ello, un don, fuse a la sangha, pura entrega, para permitir que la práctica se
desarrolle en las mejores condiciones posibles.
A lo largo de la historia del zen, el
samu ha tenido una gran importancia. Hyakujo, maestro chino del siglo VIII,
insistió mucho en este punto de la práctica. Una anécdota célebre cuenta que cuando era ya muy mayor, sus discípulos
le escondieron las herramientas para que descansara y no trabajara más. Hyakujo
dejó de comer mientras no le devolvieran sus herramientas y dijo: “Un día sin
trabajo, un día sin comer.”
El samu es
el complemento, la otra vertiente del zazen al mismo tiempo que su
continuación. Totalmente concentrados en el momento presente. Es como colocar
un paso tras otro en la postura de kinhin,
la marcha meditativa.
El zen no
es una práctica abstracta, separada de las realidades diarias de cada uno. A
través del cumplimiento de las tareas más ordinarias, el samu permite unir
nuestra práctica de zazen con nuestra vida de todos los días en la misma
actitud zen de cuerpo-mente concentrados en unidad, totalmente presentes a lo
que hacemos y a la vez liberados y serenos en esa tarea del hacer en movimiento.
Keizan en una enseñanza de sus últimos
años, “Palabras sobre el Dharma” comenta: “Hay dos caminos en la sabiduría, el
primero es la mente del buda que saboreamos en zazen, el segundo es el de las actividades
diarias, cuando uno no está sentado en zazen . Aquí tenemos la oportunidad del
despertar a través de concentrar la mente en la actividad diaria, sin olvidar
la mente de sentarse no siquiera por un momento”
En el Zen de las cosas (https://elzendelascosas.wordpress.com/),
Jesús Reigosa talla una escoba a la que acompaña un texto, del que extraigo
este párrafo, que podéis consultar de forma completa en la dirección antes
indicada:
“El
Budismo Zen considera que la escoba es uno de los emblemas del sabio, y
representa el contacto con el mundo que acompaña necesariamente a la pureza de
pensamiento.
Y recuerda
cuando Xiangyang (Kyogen) barría y despertó al oír un guijarro que golpeaba un
bambú.
No podemos descuidar la globalidad de nuestra
práctica, se trata de llevar la vida de cada momento, cada gesto, cada espiración hasta
el final, tanto en la práctica sedente, como en el movimiento de la vida
diaria.
Antonio Taishin Arana
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