LIBERTAR,DESEO,DECISIÓN: EL ASNO DE BURIDÁN Y LA SOCIEDAD ACTUAL




LIBERTAR,DESEO,DECISIÓN:
EL ASNO DE BURIDÁN Y LA SOCIEDAD ACTUAL
                                          De Schopenhauer  a Byung Chul-Han

Uno de los grandes filósofos de la historia ha sido Immanuel Kant. Kant tiene el privilegio de dividir en dos la historia de la filosofía occidental. Antes de él y después de él. La influencia de Kant es inmensa tanto en la conceptualización de la racionalidad como en el campo de la Ética.
Otro de los puntos importantes de su filosofía es la división de la razón en dos usos. El uso práctico y el uso teórico. El uso teórico viene dado por la capacidad de analizar y especular, y el uso práctico por la capacidad de decidir.
Por mucho que pensemos en algún momento tenemos que decidir y actuar de acuerdo con la decisión que hemos tomado. De ese uso práctico de la razón deriva Kant el concepto de voluntad. Es la voluntad la que decide. Gracias a la libertad de la voluntad el ser humano puede decidir, lo que le diferencia del resto de los seres.
Sin embargo Kant en su obra principal (Crítica de la Razón Pura) considera in-demostrable la existencia de dicha libertad. Teóricamente no puede ser demostrada. Sin embargo el ser humano necesita creerse libre, necesita pensar que es libre y que construye su propio destino. Es una condición indispensable para sentirse humano.
Posteriormente Schopenhauer mostró su desacuerdo con esa libertad de la voluntad, escribiendo que son los deseos los que deciden por nosotros mismos. La prevalencia de un deseo sobre otro es lo que conduce nuestro obrar.
Schopenhauer definió la libertad como la ausencia de obstáculos para poder realizar lo que queremos, pero Schopenhauer se hace una pregunta en sentido último ¿es libre el querer mismo? ¿Por qué quiero lo que quiero?
Es en ese sentido donde Schopenhauer establece que la libertad de la voluntad no existe, y expone un ejemplo diciendo que si tuviéramos la misma hambre y la misma sed y ante nosotros un plato de comida y un vaso de agua nos moriríamos de hambre y de sed porque seríamos incapaces de decidir qué hacer primero, beber o comer.
Schopenhauer se basa en el sofisma de Buridán. Según Schopenhauer, Buridán se baso en Dante y en Aristóteles, en dos famosas sentencias. La de Dante reza así:
“Entre dos alimentos, distantes y apetitosos, igualmente se moriría de hambre, el hombre libre antes de hincarle el diente a uno de ellos”.
Aristóteles anteriormente dijo “Otro tanto se dice de quien tiene una sed y un hambre muy fuertes, cuando está a igual distancia de lo que come que de lo que se bebe, pues necesariamente se queda quieto”.
De ahí deriva el sofisma de Buridán que pone el ejemplo de un asno que se queda quieto por tener a la misma distancia, el agua y la comida.
Hoy la libertad es vista como ausencia de límite, y cada vez se hace más difícil diferenciar lo que es necesidad, de lo que es deseo, de lo  que es capricho. Las sociedades industriales y digitales aumentan las necesidades y los deseos. El individuo cada vez necesita más en una rueda sin fin.
La forma de vida actual coloca todos los deseos a la misma distancia, por no hablar de internet donde la única distancia que existe es el click de una tecla que te lleva por vía directa tanto a una página porno como al Sutra del diamante.
Sin embargo Schopenhauer vivió en el siglo XIX, donde todavía no existía ni la radio, ni la televisión y mucho menos internet y su red de difusión exponencial. Una de las cosas que caracteriza nuestras sociedades es la accesibilidad a todo. Todo está disponible.
Así que el ser humano de nuestras sociedades no sólo tiene que decidir entre dos deseos o necesidades sino entre mil deseos que claman para ser satisfechos en medio de atractivos objetos que son embellecidos para  captar la atención.
El marketing todavía no existía en la época de Schopenhauer, pero todavía hay más, en aquellos tiempos al deseo no le bastaba ser deseo, necesitaba ser justificado, tenía el límite o bien de una ley moral, o la coacción del qué dirán.
Hoy todo eso se ha borrado. El deseo no necesita ninguna justificación. El deseo por ser deseo ya ha encontrado su propia justificación, su razón de ser. El deseo en nuestros días trae consigo la exigencia y el imperativo de convertirse en realidad. El deseo ya no es coaccionado sino que el mismo se convierte en coacción.
Lo peor de todo es la relación que establecen deseo y felicidad, el imperativo categórico de nuestros días, es que la felicidad depende directamente de la realización de nuestros deseos. Felicidad y deseo van unidos en la concepción actual de la vida.
Byung Chul-Han, el filósofo coreano anuncia la hiperactividad del individuo tardo-moderno de nuestras sociedades y es que muy al contrario que el asno de Buridán que se queda paralizado por tener a la misma distancia comida y bebida, el ser humano actual no reacciona con la parálisis sino con la hiperactividad. Tener todo a la misma distancia lo vuelve hiperactivo.
Tener más para elegir no nos hace más libres.

Eduardo Donin García



 












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