El despertar de la compasión
EL
DESPERTAR DE LA COMPASIÓN
Erase una vez hace
muchos, muchos años, que mil príncipes hicieron el voto de despertar.
Uno de ellos,
Avalokiteshvara (Kanjizai, Kanon) hizo el voto de liberar a todos los seres
sensibles, de los sufrimientos de los distintos reinos del samsara e hizo la siguiente plegaria ante los seres despiertos de
las diez direcciones:
“Que pueda ayudar a
todos los seres, y si alguna vez renuncio a esta obra, que mi cuerpo se
destruya en mil pedazos.”
Recorrió los seis
mundos, llamados así porque en cada uno de ellos, nos instalamos en una versión
particular de la realidad: el mundo de los infiernos, el mundo de los espíritus
hambrientos o gakis, el mundo humano,
el mundo de los asuras, dioses
celosos y el mundo de los devas, de los
dioses (reinos que “los buscadores” recorren).
Una vez en el reino de
los dioses, volvió la vista hacia abajo y consternado descubrió que aunque
había salvado a innumerables seres del infierno, seguían cayendo otros en un
número igualmente incalculable. Esto le sumió en el más profundo pesar y por un
instante perdió la fe en el noble voto que había hecho, de manera que su cuerpo
estalló en mil pedazos.
En su desesperación,
pidió ayuda a todos los seres despiertos y acudieron a socorrerle desde todas
las direcciones del universo, en forma de suave ventisca de copos de nieve. Con
su gran poder, estos seres, reunieron sus pedazos y a partir de entonces
Avalokiteshvara tuvo once cabezas y mil brazos y un ojo en la palma de cada
mano, como símbolo de esta unión entre sabiduría y medios hábiles que es la
marca de la auténtica compasión y repetía una y otra vez este voto:
“Que no alcance el
estado final del despertar hasta que todos los seres sensibles lleguen a la
iluminación.”
Se cuenta que en su
pesar ante los sufrimientos, le cayeron dos lágrimas de los ojos, lágrimas que
se convirtieron en las dos Taras (las que nos liberan, las que nos transportan
a la otra orilla del samsara). Una es
Tara en su forma verde, que es la fuerza activa de la compasión y la otra es
Tara en su forma blanca, que es el aspecto maternal de la compasión.
Un buen recordatorio.
ResponderEliminarGracias Antonio.
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Con tus palabras has pintado un cuadro muy bonito en esta entrada, gracias por compartir:)
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