La magia del Gyoji


La magia del gyoji

En nuestra tradición del zen soto, los poderes mágicos son las acciones cotidianas que constituyen la práctica del gyoji. Por ejemplo, la campana suena a la mañana y nos despertamos, nos lavamos la cara, las manos y vamos al dojo. ¡Es mágico! Después comemos la guen mai, un té, lavamos nuestro cuenco. Es el poder maravilloso de nuestra práctica. Únicamente estar en total armonía aquí y ahora, sin buscar el mediodía a las dos de la tarde, sin desvalorizar el instante presente, sin tampoco aferrarnos a él.

Un día que el Maestro Issan estaba acostado para descansar, le visitó su discípulo Kyozan. Issan se volvió hacia la pared y Kyozan le dijo: “Soy vuestro discípulo, permaneced como estáis, no os molestéis.” Pero Issan empezó a incorporarse, Kyozan trató de retirarse discretamente. Issan le llamó por su nombre. Entonces Kyozan se paró y su maestro le dijo: “Escucha, he tenido un sueño.” Kyozan se aproximó para escuchar e Issan le dijo: “Interprétame el sueño.” Inmediatamente Kyozan fue a buscar una vasija con agua y una toalla e Issan se lavó la cara.

Luego llegó Kyogen, otro discípulo del Maestro Issan. Issan le dijo: “Estamos manifestando nuestros poderes mágicos. Los adeptos del Pequeño Vehículo no tienen semejantes.”

Kyogen dijo: “Estaba en la habitación de al lado y lo he oído todo.” Entonces su Maestro Issan le dijo: “Entonces, ¿por qué no dices algo?” Kyogen le llevó una taza de té. Issan les dio las gracias a los dos diciendo: “Los dos poseéis maravillosos poderes mágicos. Sencillamente la acción justa en el buen momento con el estado de espíritu justo. Responder a las necesidades de su maestro, sin tratar de demostrar nada.”

Es el poder mágico de la vida dirigida por zazen, más allá de nuestro pequeño ego, más allá de nuestra mente limitada que se apega a los poderes. Es el poder de mushotoku.

A propósito de esto el Maestro Keizan decía: “Si practicáis la concentración donde no hay percepción o no percepción y entráis en el samadhi de munen mushin, es decir, sin mente y sin pensamientos, tendréis la mala suerte de nacer en el mundo sin percepción. Seréis un ser celeste provisto de una larga vida. Desde ese momento, aunque os deshagáis de vuestro cuerpo material, estaréis siempre sometidos a vuestro karma. No podréis encontrar a Buda, ni hacer realidad la vía. Y cuando los efectos de ese karma se hayan agotado, caeréis inmediatamente en la hoguera de los infiernos. Es como estar amarrado a una cuerda, muy lejos de la verdadera liberación.

Comentarios

  1. La mente me lleva a ese lugar, hoy la escucho

    Gracias paisano, un placer pasar por aquí

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