Reducción, escultura de Takahiro Kondo, comentada por Amélie Nothomb y Sophie Macariou del museo Guimet.
REDUCCIÓN, ESCULTURA DE TAKAHIRO KONDO
En el libro Japón eterno, Viaje bajo las flores de un mundo flotante de Amélie Nothomb y Laureline Amanieux, editado por Anagrama 2025, aparece en la página 111 la escultura de Reducción, es una obra sobrecogedora inspirada en el budismo zen, una de las últimas adquisiciones del museo Guimet. Puede verse en color en las páginas del museo. Esta escultura es de Takahiro Kondo. Descendiente de una familia de samuráis de Kioto especializado en cerámica japonesa.
Sobre ella comenta Amelie Nothomb en este libro:
“Se me ha acelerado el corazón al verla. Creo que una estatua indescriptible, esa materia…Estoy emocionada. Es una persona sentada en posición de meditación budista y parece hecha de agua. Como agua solidificada. Da la impresión de extrema fragilidad, y al mismo tiempo, de permanencia., podrías explicarme este prodigio?”
Sophie Macariou (Responsable del museo Guimet-París):
“Es interesante que menciones el agua, pues el propio Takahiro habla de ella en relación a su obra. Como muchos japoneses es muy sensible a los elementos, al paso del tiempo, a la transformación del agua, al hielo, a la lluvia… Trabajó haciendo un molde de su propio cuerpo, vestido solo con un sencillo taparrabos en posición de meditación Contuvo la respiración, de ahí el vientre hundido. Las manos una sobre otra en el regazo (en el mudra de meditación hokkai jo e, océano de la energía cósmica), los pies también cruzados.
Este molde se convirtió en una pieza de pasta de porcelana. Para teñir la masa mezcló varios colores para crear una especie de veteado marmóreo. Esta pasta fue cocida a altísima temperatura. Y luego se cubrió de un vidriado translúcido que contiene un precipitado de oro, plata y platino, de modo que se consigue que sobre el cuerpo resbalen gotas plateadas. Da la impresión, usando una expresión bíblica de que este hombre suda perlas de sangre.
A través de esta técnica, el artista alude a la radioactividad.
Esta obra es de hecho un memento mori en homenaje de las víctimas del 11 de marzo de 2011. Recordemos la cadena de catástrofes que causaron dieciocho mil muertos, un terremoto en alta mar seguido de una ola gigantescas que se sintió hasta en India y que golpeó la zona de Fukushima en Japón, donde se encuentra la central nuclear. El impacto de estas olas colosales provocó grandes grietas en uno de los reactores y daños terribles en la región.
Creo que estatua de Tahiro Kondo es muy poderosa, porque nos habla de esa tragedia histórica, pero también , de manera más general, de la vida y la muerte”.
AN: “Cuesta creer que haya tanta muerte contenida en tanta belleza. Me parece elocuente el título, Reducción. Este cuerpo ha sido reducido a su mínima expresión. Es impresionante saber que se trata de un molde del propio artista. Es una persona pequeña, delgada, y frágil. La estatua transmite a la perfección lo que pudo ser Japón después de la triple catástrofe de Fukushima. Un esqueleto de vida, con la amenaza de la desaparición de la humanidad. Quizá este cuerpo que vemos frente a nosotros ya se haya convertido en sí mismo en un fantasma…
También veo esa postura como la búsqueda de liberación. Frente a la desgracia ajena, siempre es posible encontrar una serenidad interior. Eso es lo que este cuerpo degradado intenta decirnos, según lo entiendo yo. Los elementos se desencadenan, pero siempre es posible hallar cierta pasa interior y aceptar el destino, por amargo que sea. Es una grandeza que pone en práctica el amor fati de Nietzsche: amar el destino, sea cual sea, incluso si es el más trágico.
Además esta posición de meditación es exactamente la de zazen, la práctica de los seguidores del budismo zen para alcanzar la iluminación. Algunas escuelas budistas enfatizan la devoción hacia los budas como mediadores para logra la iluminación, pero el zen nos invita sobre todo a encontrarla a través de la experiencia directa”.
Japón eterno
Viaje bajo las flores de un mundo flotante
Amélie Nothomb y Laureline Amanieux
Traducción de Pilar González Rodríguez
Anagrama, abril 2025
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