La caverna de Platón y la caverna del Shin Jin Mei, Eduardo Donin García

                

 

 


 

                       LA CAVERNA DE PLATÓN Y LA CAVERNA DEL SHIN JIN MEI

 El mito de la caverna de Platón es un clásico de la  filosofía occidental. Ríos de tinta se han escrito respecto a él. Se puede estudiar de forma aislada, de la forma como Platón explica el conocimiento. También puede estudiarse dentro de la función que el mito mismo de la caverna cumple dentro del diálogo “La República” donde la verdadera disertación es sobre la esencia de la justicia y cuál es la mejor forma de gobierno.

En este artículo lo expondré de forma aislada y en contraposición a la caverna del Shin Jin Mei, donde se da otro tipo de liberación.  

Resumiéndolo mucho en dicho mito el filósofo se libera de las cadenas que lo oprimen, sale de la caverna y contempla la idea de las ideas, que es la idea del bien. La liberación se consigue a través del conocimiento. Conocer la verdadera esencia de las cosas trae consigo la liberación.  

En la caverna de Platón, los prisioneros en el interior de una caverna están encadenados en frente de una pared, con una hoguera detrás,  la hoguera ilumina los objetos y los prisioneros sólo ven las sombras de los objetos en la pared.  El filósofo se desata, ve que los prisioneros sólo ven sombras, ve la hoguera, ve los objetos, pero sale de la caverna para adquirir un conocimiento superior, y ve la luz del sol, que es como la esencia de la idea del bien, y empieza a ver claramente como son las cosas en la realidad.

Es una contraposición entre esencia y apariencia. Los objetos que vemos, sólo son apariencia por que van y vienen, nacen y mueren, y ningún conocimiento puede adquirirse de lo que no es estable.   Lo que nunca cambia es para Platón lo verdadero, el ser es lo que no cambia.

El modelo del conocimiento de Platón es un modelo órfico-pitagórico, donde las matemáticas tienen un valor fundamental. En dicho modelo las figuras geométricas representan la perfección del ser de las cosas, porque las figuras geométricas no cambian, no están en constante devenir, sino que son verdaderamente.

La figura geométrica representa la perfección del ser. Ya Parménides, concibió el ser como una esfera, como símbolo de la perfección, porque era simétrica en todas sus partes.  Todo lo que cambia en el pensamiento pitagórico es símbolo de imperfección. El ideal griego nace de la geometría y de una idea de armonía.

En la época de Platón  para los griegos el saber era divino. El logos humano se identificaba con el logos divino. La idea de logos expresa en la antigua Grecia mucho más de lo que hoy para nosotros son las ideas o es el pensar.

Para captar la idea había que hacer un esfuerzo intelectual. La comprensión intelectual a su vez, traía una especie de liberación, para Platón el conocer, te hace más libre. De hecho la palabra Theoría, viene de Theos, que en griego es lo divino. Hay en el pensamiento algo de lo divino. Aristóteles comienza su libro “Metafísica” de esta manera “Todos los hombres buscan por naturaleza el saber” y en su “Ética a Nicómaco” concibe el placer intelectual como el mayor de los placeres. Para comprender una obra filosófica, literaria, poética se necesita cierta cultura y también cierto esfuerzo intelectual.

La modernidad ya no concibe ni el pensamiento ni la razón como algo divino. Ya Cicerón con su traducción de logos, al latín ratio perdió algo de concepto original de logos. De esa traducción al latín hecha en la época romana, pasando por la modernidad y hasta llegar a nuestros días, el pensamiento no ha hecho más que degenerar, y el conocimiento ha llegado a ser algo meramente instrumental.

La educación desgraciadamente ha pasado a ser algo totalmente instrumental, y es posible que ya muy pocos encuentren placeres intelectuales. Desde niños somos “obligados “a estudiar. Para conseguir un buen trabajo. Debido al carácter instrumental del conocimiento, hoy el saber es una competición, una carrera para conseguir cierto título. Si sabes inglés mejor, y si puede ir acompañado de francés o alemán mucho mejor.   Mejor si tienes dos titulaciones  que una. Si no eres una persona cualificada explotarán tu cuerpo, si eres una persona cualificada explotarán tu intelecto.     

Si quieres un empleo público tendrás que realizar oposiciones, donde lo que ocurre es que la dificultad de los exámenes y la presión de tener que competir con otros, no hacen más que del estudio algo parecido a una tortura. Cuando uno consigue lo que quiere es posible que aborrezca el saber, y aquella frase de Aristóteles que mencionábamos al principio de este artículo nos suene más bien rara.

Muy lejos queda la Dialéctica platónica, y su carácter liberador, donde a través de lo inteligible el alma se elevaba por encima de lo sensible. Hoy el conocimiento como todas las cosas se ha convertido en algo totalmente instrumental.   

 Incluso en el ámbito del zen, existe cierto prejuicio anti-intelectualista. Se degrada el conocimiento intelectual, porque esto es como una ilusión. O es pura ilusión. La liberación verdadera, no la puede proporcionar el conocimiento intelectual.  Y eso en parte es verdadero, pero es que estamos hablando de cosas distintas.

El conocimiento como lo concibe Platón, esa sabiduría elevada platónica, no es la prajna paramita, pero eso no significa que dicha Dialéctica platónica no sea liberadora. Es otra clase de liberación.

Mi posición es que el conocimiento intelectual, y el intelecto sí tiene algo de liberador, pero dicho intelecto no es simplemente pensamiento. El zen, no hace distinción alguna entre diferentes tipos de pensamiento, la distinción es entre dualidad y no-dualidad. Así todos los pensamientos o todos los tipos de conocimiento intelectual están puestos en el mismo saco.   

Por ejemplo en el Shin Jin Mei, encontramos esta proposición, practicar la vía no es ni fácil, ni difícil, basta con que no haya ni amor ni odio, ni elección ni rechazo, para que la comprensión aparezca, espontáneamente clara, como al luz del día en una caverna

En zazen nos atamos voluntariamente a un cojín de meditación, para estar frente a la pared. Somos los prisioneros de la caverna de Platón, viendo el constante devenir de las cosas, de las sensaciones, pensamientos y recuerdos, que esperan que la luz del sol, entre espontáneamente por el orificio de la caverna. Es el no-movimiento lo que nos libera. 

No intentamos ver la esencia de las cosas, sino nuestro propio movimiento psicológico en pro de las cosas. Al no movernos podemos verlo claramente, y también podemos ver claramente la ausencia de una entidad inmutable.  Se despierta en zazen la prajna, que es otro tipo de conocimiento.

En la caverna del Shin Jin Mei, el que busca la sabiduría no se mueve, permanece en la caverna, y la diferencia con los prisioneros platónicos es que estos últimos creen en la apariencia como si fuera la verdad.

El sabio del zen, ve la apariencia como apariencia, ve el juego de las apariencias, y la vida no es más que esa sucesión de apariencias. Si hay otro mundo no lo sabe, pero no lo crea. Con hábil destreza aprende a vivir en este mundo de apariencias, de ilusiones, de engaños y autoengaños.

Encontrando el no-movimiento perfecto, toma conciencia de su ser prisionero, y no se ilusiona con esencias. Sentado en zazen, exclama con Dogen”: ¡Qué suerte inesperada haber encontrado el dharma que enseñó Shakyamuni! ¿Cómo podría ir por otra vía?”.

Sin embargo, el saber intelectual, que también tiene su carácter liberador, no se contrapone, no es el opuesto de la prajna paramita. Ese paso del pensamiento dual, a la no-dualidad, sirve como enseñanza dentro del ámbito meditativo, pero dicha clasificación se hace insuficiente en otros ámbitos de la vida y del saber.

Por ejemplo en el sufismo, se diferencia entre el yo dominante, el intelecto y el espíritu. El yo dominante son nuestros hábitos de pensamiento, creados por nuestro ego. El intelecto, es la función analítica de la mente, se acede a una razón trascendental, a lo que Aristóteles denomino el intelecto agente.

Para acceder al intelecto es necesario liberarse del yo dominante. La función analítica de la mente, piensa objetivamente, frente al yo dominante que piensa subjetivamente. Sin embargo el intelecto todavía está en el ámbito de la dualidad. Más allá del intelecto está la no-dualidad.

Esto no quiere decir que sea como una escalera, pero hay gente que se “libera” por momentos a través de la práctica meditativa, pero luego no sabe pensar. Asumimos con gran naturalidad que tener pensamientos en la cabeza es lo mismo que saber pensar.  Y no es lo mismo.  Se queda sin desarrollar la capacidad del discernimiento. Los pensamientos que tenemos en la cabeza, muchas veces son los hábitos de pensamiento de nuestro yo dominante, pero eso no tiene nada que ver con nuestra capacidad de pensar.

El maestro Roland Yuno Rech, sabe muy bien de esa diferencia y dice:” Hay dos niveles de sabiduría: La comprensión ordinaria que funciona en la dualidad y que utilizamos para aclarar nuestros errores, nuestras ilusiones Por ejemplo cuando Buda recomienda a su hijo Rahula discernir los efectos de su acción antes de actuar. Las cuatro nobles verdades son el producto de esa sabiduría de discernimiento. Prajna, la sabiduría intuitiva y radical que percibe la realidad de los fenómenos como una evidencia, que la percibe directamente en todo lo que existe”. (Hannya Shingyo: Sho Ken go on kai ku)….La prajna paramita es la intuición de la vacuidad de todos los contrarios”. (Biblioteclásica zen Nº 4 Dojozen Genjo Pamplona/Iruña)

Es decir que necesitamos ambas sabidurías, la del discernimiento y la que percibe la vacuidad de todas las cosas. La de la dualidad, y la de la no-dualidad. Es decir la caverna de Platón y la del Sihn Jin Mei, la sabiduría del intelecto y la sabiduría de la mente profunda. 

   

Eduardo Donin García                

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿QUE ES LA ÉTICA?: UN HORIZONTE INELUDIBLE

TRAS CULTIVAR EL SILENCIO EN AIN KARIM-HARO 2023

Cultivando el Silencio, retiro del 24 al 26 de noviembre en Ain Karim , Haro