El gozo, Roland Yuno Rech, de 108 puertas luminosas del Dharma

 

 


 

EL GOZO

“El goso es la tercera puerta luminosa del dharma , pues es el resultado de una mente apacible”

Dogen

 

El gozo de estar simplemente así

Cuando practicamos la Vía, a menudo, buscamos la sabiduría pero, como ya hemos podido decir, un sabio triste, es un triste sabio. Si estamos tristes, buscamos liberarnos de esa tristeza, y si estamos alegres, no tenemos necesidad de buscar otra cosa, podemos contentarnos con estar tal cual estamos, así.

Es lo que pasa en la práctica de zazen, a condición, por supuesto, de no estar volcado en la obtención de un resultado, sino de estar sencillamente y plenamente sentados, en unidad cuerpo y mente con la sentada. Contentarse con estar sólo sentados es contentarse con estar tal cual somos aquí y ahora. No hay necesidad de añadir nada ni de quitar nada, pues lo que somos aquí y ahora es ya la naturaleza de Buda.

Lo que mucha gente busca en la práctica de la Vía, nos es dado desde el principio. Pero, a menudo, con las complicaciones de la mente, no lo vemos, no lo realizamos. Pasamos el tiempo errando, persiguiendo todo tipo de objetos, jamás satisfechos, como alguien sediento que busca el agua y que súbitamente se da cuenta de que está en medio del agua, que jamás le ha faltado el agua.

Cuando comprendemos esto es un gran gozo y la fuente de una profunda paz de espíritu. A pesar de los peligros, hay de fondo, una paz profunda. En la vida cotidiana, solemos sentir gozo cuando obtenemos, por fin, lo que esperábamos, lo que deseábamos. El gozo de zazen, es el gozo de ser liberado de toda expectativa.

 

El gozo  por el desapego de la ganancia y la pérdida

Si nuestro gozo depende de lo que hemos obtenido forzosamente se acompaña de la inquietud de la pérdida. Si nuestro gozo depende de la experiencia de la liberación de todo espíritu de obtención, entonces ese gozo está más allá de la ganancia y de la pérdida, incluso una pérdida se vuelve una ganancia, la ocasión de soltar presa.

El Maestro Ryokan, que vivía muy pobremente en su ermita, termina un poema, en el que describe su vida en soledad, diciendo: “Para ser felices no tenemos necesidad de muchas cosas”. Cuando nos sentamos en zazen, es eso lo que podemos hacer realidad.

A menudo, durante el día nos movemos activamente para alcanzar objetivos, obtener cosas resultados, un beneficio. Pero, ¿de qué tenemos realmente necesidad, en el fondo, para ser felices? No de muchas cosas. Sólo tener la mente en paz, es decir, parar todo combate en el interior de nuestra propia mente, abandonar los venenos de la avidez que conllevan, inevitablemente, el odio por todo lo que nos impide obtener satisfacción.

Ahora bien, la avidez proviene de un sentimiento de carencia, que creemos poder compensar teniendo muchas cosas, poder, bienes, relaciones, dinero, mientras que la carencia de la que más sufrimos, es de no estar en armonía con el Dharma, el orden cósmico, es decir, en unidad con todo el universo. En esta unidad, nada nos falta, nada está de sobra. Comprendemos que lo que adquirimos y pensamos poseer, no nos pertenece jamás en propiedad, es sólo algo que nos ha sido prestado por un tiempo limitado por el orden cósmico.

Y por tanto, la pérdida no es una catástrofe, sino por el contrario, algo natural, hasta el punto de que Kodo Sawaki decía: “Seguir la Vía de Buda, es aprender a perder, no a obtener.” Lo que es vivido como una pérdida por nuestro ego, puede transformarse instantáneamente en soltar presa, es decir, en liberación.

Hace años, tenía una abuela que estaba enferma; entonces, cuando fregaba los platos, a veces se le caía alguna cosa. Un día, se le cayó un jarrón precioso. En lugar de lamentarse, inmediatamente dijo: “¡Bah! No me hacía falta.”

Pero soltar presa no es sólo la resignación o la aceptación de la pérdida, es la gran liberación de encontrar un espíritu ligero y armonioso.

 

Expresar el gozo

Lamentarse, jamás ha ayudado a resolver ningún problema. A menudo, la gente se queja de su vida, siempre le falta algo para ser feliz. Pero, si comprendemos la suerte inaudita que tenemos de haber nacido bajo forma humana y además, de haber encontrado la Vía de Buda, entonces, no tenemos  necesidad de quejarnos de nada pues ese gozo lo supera todo. En efecto, seguir la Vía de Buda significa tener la capacidad de transformar todas las circunstancias, aparentemente buenas o aparentemente malas, en ocasiones de Despertar. No hay malos días, no hay malos lugares para quien está animado por ese Espíritu del Despertar.

Expresar el gozo de vivir es el mejor estimulante para ayudar a cada uno a reencontrar el gozo y la energía que lo acompaña, la energía creativa que permite hacer realidad en nuestra vida lo que corresponde a nuestro ideal. Para los que siguen la Vía de Buda, nuestro ideal es realizar esta Vía y compartirla con los otros. Es lo que hacemos cada vez que venimos a practicar zazen en el dojo. Cada zazen y, sobre todo el zazen de la mañana, es una ocasión de gozo que resuena en el resto de la jornada y que podemos compartir con los otros.

 

Las 108 puertas luminosas del Dharma, Roland Yuno Rech,

volumen I y volumen II,

dojozen Genjo Pamplona/Iruña 


 

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