Tozan y Nansen I, Eduardo Donin García

  


                                                               Tozan y Nansen I

El maestro Nansen (748-835 d C) fue a su vez discípulo y sucesor del  conocido maestro Mazu Daoyi, más conocido por su nombre japonés de  Basso. Una de las referencias historiográficas donde encontramos al maestro Nansen, y también a otro conocido maestro del zen como fue Joshu , es en el Mumonkoan, o La barrera sin puerta, donde existen ejemplos de mondos y koan zen, que han pasado  la posteridad.

Mumonkoan es la entrada sin puerta a través del koan, y en el prefacio aparecen estos bellos versos “La gran Vía no tiene entrada, miles de caminos la penetran, una vez que se atraviesa la entrada sin puerta, caminas libremente en el universo”.

En  la época de Nansen y de Tozan todavía no estaban constituidas las escuelas Soto y Rinzai como tales, por lo tanto la crónica de todos esos koans son anteriores a la formación de dichas escuelas. Más que todo son situaciones cotidianas entre maestros y monjes que han pasado a la posteridad. Después se desarrollaron como koans.    

La diferencia fundamental entre la escuela  Soto y la escuela Rinzai, aunque ambas se sienten en zazen, es el empleo de Koans. En el zen Rinzai se medita con Koans, te dan un koan, un problema, una frase que aparentemente no tiene una aparente solución racional de ningún tipo, y se trata de encontrar una respuesta que solo puede venir dada desde una comprensión intuitiva, después de haber tenido una experiencia de kensho,  o  comprensión profunda. Dicha experiencia tendrá que ser confirmada por el maestro. Dependiendo de la respuesta el maestro corroborará si ha tenido una experiencia de kensho, de comprensión profunda. De ahí se pasa a otro koan hasta llegar al último nivel.

Por lo tanto en la escuela Rinzai se distinguen diferentes niveles dentro de la práctica meditativa y de la comprensión de la misma.  Por lo tanto en la meditación con koans se tiene que pasar  por distintos niveles de comprensión, que podríamos fijar o establecer. Ahí el ego podría encontrar cierto alimento, fijar un nivel de comprensión de una vez para siempre al cual agarrarse.    

En la escuela Soto no se emplean koans, sino shikantaza, que muchas veces se ha traducido por “simplemente sentarse”, aunque bien podríamos decir “la sentada desnuda”. Meditación sin objeto, sin juguetes de ningún tipo.  Tampoco hay “niveles”.  Tan solo la concentración en la postura y el regreso al instante presente.  Dicha meditación desnuda puede parecer sobria, aburrida, o incluso se puede tener la sensación de que no se llega a ninguna parte. También puede aparecer la sensación de perderse, de que a pesar de sentarse uno se extravía y vuelve al universo mental o al mundo platónico de las ideas. Sin embargo la belleza de shikantaza radica precisamente en eso, en ese vaivén, en ese viaje de ida y vuelta, en ese baile de perderse y encontrarse.      

Que en zazen- shikantaza no se empleen koans, no quiere decir que cuando no practicamos zazen, los koans o mondos de maestro discípulo no puedan servirnos de inspiración en nuestro caminar por la vía. Es altamente recomendable nutrirse de las experiencias y dudas de los otros y de los que nos han precedido en el camino. Por ejemplo, en el Mumonkoan, remitiéndonos al maestro Nansen, aparece este inspirador mondo entre Nansen y Joshu sobre el camino:

Joshu preguntó a Nansen “¿Cuál es el camino?”

 “La mente ordinaria es el camino” dijo Nansen

“¿Es posible estudiarla?” preguntó Joshu

“Si intentas estudiarla te separas de ella” dijo Nansen

“Si no puedo estudiarla, ¿Cómo sabré cual es el camino? Preguntó Joshu.

“El camino no es cuestión de saber o no saber” explicó Nansen. ”Saber es ilusión, no saber es confusión. Cuando hayas alcanzado el verdadero camino. Más allá de la duda. Lo encontrarás tan vasto e ilimitado como el espacio exterior. ¿Cómo puede hablarse del espacio exterior a nivel de correcto o equivocado?”.

 Ahora podemos hacernos la pregunta, ¿cómo sé si estoy en el camino correcto? ¿Cómo sé si estoy avanzando o retrocediendo? ¿Cómo sabré si estoy iluminado, soy un despierto o un dormido? O, ¿cómo sabré si soy un buen practicante o si estoy perdiendo el tiempo sobre un zafu? ¿Cómo sé si a pesar de sentarme en el zafu voy en la dirección correcta?

Preguntas loables y lógicas todas ellas, que de alguna manera nos hacemos, y sería preocupante no hacérselas, porque es el funcionamiento normal de nuestra mente ordinaria.

Se pueden hacer varias consideraciones, la primera de ellas es que para el ego, el tiempo sobre el zafu es una pérdida de tiempo, allí no encontrará ningún alimento. Cualquiera de las cosas que planeemos será más rentable para el ego, que simplemente sentarse. 

La segunda consideración tiene que ver con esta expresión que solemos utilizar:  “No hay nada que obtener”, pilar fundamental de la práctica, que es una práctica mushotoku. Sin embargo que no haya nada que obtener no significa que nuestra práctica sea inútil,  sino que se sitúa más allá  del pensamiento medios-fines, y es precisamente este pensamiento medios-fines,  la barrera que ponemos nosotros mismos a la entrada sin puerta donde “miles de caminos la penetran”.

La última consideración que a este respecto podemos hacer, es que si quitamos de la práctica de la vía las palabras como consecución, logro, rentabilidad, llegar a algo etc.. nuestro caminar será ligero, caminaremos libremente por el universo.

 

Eduardo Donin García.

 

 

 

 

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