Primera pregunta del zen de Tozan II

 


                                                                                        Prajna Paramita

   LA PRIMERA PREGUNTA DE TOZAN II

 Después de que Tozan tras palparse el rostro preguntara: ¿Por qué las escrituras dicen que no existe? El Maestro, sorprendiéndose de su inhabitual pregunta y dándose cuenta de que no era una persona ordinaria, le contestó: “Yo ya no soy tu Maestro” y le envió al Maestro zen Ling-No, en el monte Wu-Hsieh.

La pregunta de Tozan, no es una pregunta metafísica, es sin más la evidencia que se encuentra desde la frescura de su juventud. “Se palpó el rostro  dijo, yo tengo nariz, ojos, oídos, ¿Porqué dicen las escrituras que no existen?”.

Muchos practicantes habrían oído el Sutra del corazón, lo habrían recitado y quién sabe si no se hubieran hecho esa misma pregunta, pero Tozan la formuló. Formular una pregunta en el espacio público, hacerla pública, es hacer que esa pregunta forme parte ya de la comunidad, que no se quede encerrada en las solitarias paredes de un cerebro. Tozan rompió las inercias, estableció la diferencia entre recitar algo y leerlo. Leer verdaderamente algo es releerlo, prestarle atención, saber qué es lo que está diciendo y si no sabemos lo que está diciendo, comprender que no sabemos lo que está diciendo. 

Así que por el simple hecho de haber formulado su pregunta al maestro, esta ha quedado grabada para la posteridad, y hoy podemos hacer de esta pregunta de Tozan, también nuestra pregunta:  ¿Por qué dicen las escrituras que no existen los órganos de los sentidos? ¿Por qué dice el Sutra del corazón, que no hay ni sufrimiento ni camino que conduzca a la liberación del sufrimiento? ¿Por qué dice el Sutra que no hay ni ojos ni nariz, ni lengua, ni conciencia visual, ni conciencia olfativa, ni conciencia auditiva, ni conciencia de la conciencia? ¿Acaso no existimos aquí y ahora, y podemos palparnos, escucharnos, hablar y sentir, tener conciencia de que existimos?

Podemos traerlo de nuevo ese texto para ver qué nos dice, los fragmentos en los cuales Tozan hizo la pregunta:

“¡Oh Sariputra! todas las existencias son Vacío. No hay ni nacimiento ni muerte. No hay pureza ni impureza. No hay crecimiento ni disminución. En el Vacío no hay cuerpo-materia-forma, no hay percepción-sensación, no hay actividad ni conciencia. En el Vacío, no hay ojos ni oídos, ni nariz, ni lengua, ni cuerpo, ni mente. No hay color ni forma, ni sonido, ni olor, ni sabor, ni tacto, ni pensamiento. No hay conciencia visual, ni conciencia auditiva, ni conciencia olfativa, ni conciencia táctil, ni conciencia de la conciencia. No hay ignorancia, ni extinción de la ignorancia. No hay vejez ni muerte, ni extinción de la vejez y de la muerte. No hay sufrimiento, ni causa del sufrimiento, ni liberación del sufrimiento, ni vía que conduzca a la liberación del sufrimiento. No hay sabiduría ni obtención. Lo único que hay es MUSHOTOKU: Nada que obtener”.

Evidentemente este texto no obedece a lo que en occidente entendemos por lo que debería ser un texto religioso. El panorama no parece ser muy halagüeño, de hecho podría sumergir en una gran crisis existencial a cualquiera que lo escuchara. Es posible también que pensemos que se trata de una broma, de una gran broma, o que quizá algún cantante punk de los 70 u 80 viviera en la época de Buda y hubiera trasmigrado del futuro al pasado.

Sin embargo el contenido del Sutra del corazón no es ningún obstáculo para la práctica, porque el que decide sentarse sobre un cojín, no le prestará mucha atención al texto, y además ya se hallará probablemente en crisis existencial.

Sin embargo el maestro Tozan sí le prestó atención al texto y el resultado al parecer es el que nos cuenta Keizan, que el maestro ante la inusual pregunta se encontrara sobrepasado y contestará: “Yo ya no soy tu maestro”.

Si no hay nada, ni camino, ni liberación, ni nada que obtener, la pregunta siguiente es: ¿Para  qué practicar? Si no hay ni conciencia, ni ojo, ni oreja, ni nada de nada, ¿Entonces, qué es lo que hay?

Es entonces cuando alguien dice KU, solo existe KU, que al fin y al cabo es SHIKI, SHIKI SOKU ZE KU, KU SOKU ZE SHIKI. Podemos especular con KU con la realización, con la iluminación, y de hecho nos puede pasar como a este otro “ilustre” discípulo del zen, como fue el monje  Yamaoká  Tesshû, que fue de maestro en maestro, hasta que se encontró con Dokuôn de Shokoku. Estaba deseoso de mostrar el grado de comprensión al cual había llegado y afirmó ante el maestro.

“La mente, el buda y los seres animados, al fin y al cabo no existen. La naturaleza real de los fenómenos es el vacío. No hay realización, ni ilusión, ni sabio, ni vía media. No existe nada que dar ni nada que recibir”

El maestro le golpeó con su pipa de bambú y Yamaoká se enfadó.

“Si nada existe ¿de dónde salió ese enfado? “ Fue la respuesta del maestro.

 Por eso hay que tener mucho cuidado con KU, con SHIKI, con el vacío, con los fenómenos, con la comprensión entre lo relativo y lo absoluto, que es un punto esencial de la enseñanza, porque en occidente tradicionalmente nos hemos movido en la dicotomía entre lo verdadero y lo falso. O algo es verdadero o algo es falso, pero la enseñanza de Buda se mueve entre las dos verdades, la verdad absoluta y la verdad relativa, que son expresiones de una misma realidad.

Este discernimiento entre lo relativo y lo absoluto es esencial, a la hora de acercarse a la enseñanza, y el punto quizá más complejo en el que va a tocarnos desenvolvernos. Sobre todo a la hora de interpretar la enseñanza.

 

Eduardo Donin García     

 

 

 

 

 

 

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