Mondo: Maestro-Discípulo
Mondo
- ¿Los maestros son infalibles? ¿Qué quiere decir seguir a un maestro zen? y ¿Qué es lo que caracteriza la relación maestro-discípulo?
- ¿Necesitas seguir a alguien infalible? Un maestro zen no es un seguro a todo riesgo. Es un poco menos falible que otro ¡debe tener unos cuantos largos de ventaja! En cuanto a la relación maestro- discípulo, tiene muchos aspectos. La principal es la confianza en que el maestro puede ayudarnos en el caminar en la Vía. Esta confianza no debe ser ciega sino luminosa a fin de comprenderse mejor a uno mismo y evitar las trampas de la Vía, de permanecer prisionero en ella. No se trata de entregarse totalmente a otro. Algunos lo sueñan porque es muy tranquilizador para la mente. Lo importante en la relación maestro-discípulo es iluminar juntos la ilusión, incluida la ilusión que se instala en la relación. Es mucho más precioso que tener enfrente alguien que se supone perfecto, que lo ha comprendido todo, infalible, dotado de todas las virtudes, que sería un ejemplo a seguir. Este sueño de encontrar a alguien que responde a nuestro ideal podría impedirnos ver profundamente en nosotros mismos.
Hablar de la relación maestro-discípulo, nos conduce a hablar de lo que es un maestro y lo que es un discípulo. Para analizar lo que es un maestro, tenemos la referencia del Maestro Deshimaru o del Maestro Dogen pues este ha escrito abundantemente sobre lo que debería ser un maestro zen. El Maestro Deshimaru encarnaba realmente lo que enseñaba pero, al mismo tiempo, no era una figura tan ideal. Algunos lo han idealizado. Personalmente yo era muy próximo a él, muy íntimo y lo veía en toda su humanidad, con sus debilidades, sus apegos, sus miedos. Eso lo hacía próximo y humano y por ello yo lo quería más y quería seguirlo. Tenía la gran honestidad de no esconder sus defectos, sus ilusiones sino al contrario, nos enseñaba cómo iluminarlos. En la intimidad, tenía esa capacidad de mostrar cómo descubrir su ilusión y era muy irónico con respecto a sí mismo. Era muy estimulante y eso daba confianza. Yo no he apreciado los maestros ideales descritos, por ejemplo, por Arnaud Desjardins. A esas figuras ideales les falta un poco de humanidad y corren el riesgo de crear un gran foso entre ellos mismos y el camino que deberíamos seguir. El Maestro Deshimaru, con mucha energía, tenía una gran capacidad de arrastrar a las gentes a practicar. Para el Maestro Dogen, esta capacidad era esencial para un maestro zen. El Maestro Deshimaru, incluso fatigado, venía a hacer zazen todos los días. Eso nos impresionaba mucho.
En lo que concierne a la descripción de un maestro zen hecha por el Maestro Dogen, era haber recibido la enseñanza de un verdadero maestro e inscribirse en ese linaje. El Maestro Deshimaru estaba de tal forma impregnado de la enseñanza de Kodo Sawaki que teníamos la impresión de conocerlo. Por su enseñanza lo había vuelto a la vida. Nos mostraba los lados más entrañables de Kodo Sawaki pero en la intimidad, también nos mostraba sus ilusiones de una forma muy divertida. No idealizaba demasiado su función de maestro. La transmisión de maestro a discípulo debe ser certificada, confirmada. En nuestra tradición, estas son las características principales de un maestro e implican la naturaleza de la relación de maestro a discípulo.
Mucha gente se interroga sobre lo que es un maestro, ¡pero también habría que interrogarse sobre lo que es un discípulo! Muchos practicantes se engañan con el hecho de ser discípulos. ¡Tengo una experiencia decepcionante desde hace tiempo! La gente quiere sinceramente ser discípula de un godo pero, al mismo tiempo, quieren ser aprobados. Es a veces lo más esencial. Es decir que la elección se hace en el godo que confirma lo que la persona piensa. El día en el que ese godo enseña algo un poco diferente o critica al discípulo, ¡entonces es un mal maestro! Es una ilusión frecuente.
Un discípulo debe desear sinceramente, con mucho entusiasmo y compromiso, seguir la Vía del maestro, caminar con él en confianza pero también aceptar ser puesto en cuestión: SI un maestro no perturba jamás al discípulo y pasa el tiempo dando palmaditas en la espalda, no hace su trabajo de maestro. Un maestro debe ser también un “agitador” y el discípulo debe aceptar ser zarandeado. Sino como decía Arnaud Desjardins, somos aprendices de discípulos. El discípulo debe medir lo que quiere decir seguir la Vía. Seguir la Vía es colocarla en primer lugar en nuestra vida, como cuando nos hacemos monjes. La Vía no es un elemento dentro de un ensamblaje de las cosas que constituyen nuestra vida. Debe haber un vaivén, un vuelco en las prioridades. Si no hacemos un falso camino. El verdadero espíritu de la Vía es poner en cuestión todo lo que hemos pensado hasta el presente y dar una prioridad absoluta a la práctica de la Vía. El resto se organiza alrededor pues no abandonamos nuestra familia ni nuestra profesión pero cambiamos de perspectiva: la práctica de la Vía con el maestro, se vuelve una prioridad.
- La relación maestro-discípulo parece plantear la cuestión del Despertar. En el Denko-roku, el Despertar aparece como un acontecimiento que podemos situar en el tiempo. Esto parece oponerse a la enseñanza del zen Soto en donde la práctica de la realización…
- Hay dos sentidos del Despertar que se reúnen. El Despertar-acontecimiento, un clic que hace ver las cosas de otra manera: las ilusiones y los apegos se abandonan ahora. Es el Despertar en el sentido de kensho tal cual se enseña en la escuela Rinzai y el Despertar que el Maestro Dogen privilegió, en el que la práctica y la vida cotidiana son vividas en armonía. Este despertar no es vivido como un acontecimiento en el instante T sino como algo constante. Practicamos un zazen profundo en el que hay un verdadero abandono de nuestros apegos y nuestras reflexiones. No es cualquier práctica la que es “Despertar.” Es la práctica de shin jin datsu raku, cuerpo y mente despojados de sus apegos. Este shin jin datsu raku se produce a menudo una primera vez en un instante. Es un contacto entre la práctica y el Despertar, entonces la enseñanza es completa. Pero si no se ha sentido esta unidad, si no se produce la superación de esa dualidad entre uno mismo y la práctica, subsiste una duda. De hecho, el kensho, es el momento en el que las dudas desaparecen. Es lo que pasó entre Dogen y Nyojo. Dogen practicaba zazen desde hacía quince años y de repente, todas sus dudas a propósito de la práctica se desvanecieron incluida su duda de, ¿por qué practicar si todo es ya Buda? A partir de ese momento, su práctica pudo ser práctica del Despertar
- Keizan en el Denko-roku, presenta experiencias de personas excepcionales, ya sean Buda, los Patriarcas o el Maestro Dogen. Pero una persona ordinaria, ¿puede conocer el despertar?
- El kensho no es importante y la espera del kensho puede incluso ser un obstáculo a una práctica del despertar. Pero está bien conocer la historia de la transmisión del Despertar en tanto que kensho. No es extraña a la práctica del zen tal como Dogen lo enseñó pues él hizo comentarios sobre el Gran Satori, sobre el Despertar. A través de su enseñanza, Dogen nos muestra la forma de practicar zazen como práctica de despertar que no depende de un acontecimiento particular. Pero en un momento dado, toma a veces la forma de una conmoción y de un shock muy fuerte. Depende del karma de los individuos, de su historia. Parece que estaría relacionado con la medida de su desesperación. Personalmente, antes de empezar la práctica de zazen, estaba al borde de la locura, en una búsqueda desesperada, en busca de sentido. Estaba realmente en el fondo del pozo. El hecho de sentarme en zazen, fue una conmoción. Todo empezó a dar vueltas a mi alrededor, estaba próximo al desvanecimiento. Era un shock muy fuerte teniendo en cuenta el estado de fragilidad, de desesperación o de vulnerabilidad en el que había llegado. No pretendo ser equivalente a los grandes maestros de la tradición, pero cuando leo su historia, me recuerda lo que yo sentí, esa gran conmoción, ese gran sosiego. Mucha gente viene al zen sin llegar al fin de su desesperación. En el zen Rinzai el rol del maestro es un poco ese, llevar a la gente a la desesperación a través de la práctica del koan. Artificialmente, la práctica del koan pone a la gente en un callejón sin salida. Si llegan a abandonar, a cambiar de estado de conciencia, se provoca un sentimiento conmovedor de liberación, proporcional al callejón sin salida en el que se han metido. En el zen Soto, no creamos ese tipo de desesperación artificial. Por el contrario, para mucha gente, la vida es un koan y estaría bien que cada uno tomara por medio del cuerpo el koan de su vida, que las dificultades encontradas no sean obstáculos sino un koan a “cargarse” verdaderamente, profundamente para llegar a un verdadero cambio de conciencia.
- Como maestro, ¿deberás certificar el Despertar de un discípulo?
- ¡Por supuesto! A través de lo que puedo observar de la práctica y de la evolución pues pueden darse formas de despertar brutal, abrupto, un poco espectaculares pero me fio. Después del shock de mi primer zazen, cuando no conocía ni el budismo ni el zen, volví a “currar” pero ya no tenía la desesperación existencial de antes. Había una enorme diferencia. Sin embargo, queda todo por hacer a partir de ese momento. Ese fue el rol del maestro Deshimaru, mostrar que aunque en un momento dado tengamos una intuición muy fuerte, no significa que todo nuestro ser se haya transformado. En efecto, nos arrastra nuestro karma pasado, nuestros condicionamientos. Son los viejos hábitos de los que habla Wanshi. El Despertar debe ser actualizado en lo cotidiano viviendo en armonía con lo que es la práctica de zazen. Es menos espectacular pero bastante más profundo. Necesito pues apreciar la intuición y la comprensión pero, sobre todo, mirar los actos. Mucha gente lee kusen, se impregnan y tienen la impresión de haber comprendido pero, ¡son loros! Lo importante no es quedarse con las palabras, haber retenido los conceptos, sino actualizarlos: es el comportamiento. El Maestro Deshimaru apreciaba a los discípulos más en el comportamiento que en las discusiones.
- ¿Los maestros son infalibles? ¿Qué quiere decir seguir a un maestro zen? y ¿Qué es lo que caracteriza la relación maestro-discípulo?
- ¿Necesitas seguir a alguien infalible? Un maestro zen no es un seguro a todo riesgo. Es un poco menos falible que otro ¡debe tener unos cuantos largos de ventaja! En cuanto a la relación maestro- discípulo, tiene muchos aspectos. La principal es la confianza en que el maestro puede ayudarnos en el caminar en la Vía. Esta confianza no debe ser ciega sino luminosa a fin de comprenderse mejor a uno mismo y evitar las trampas de la Vía, de permanecer prisionero en ella. No se trata de entregarse totalmente a otro. Algunos lo sueñan porque es muy tranquilizador para la mente. Lo importante en la relación maestro-discípulo es iluminar juntos la ilusión, incluida la ilusión que se instala en la relación. Es mucho más precioso que tener enfrente alguien que se supone perfecto, que lo ha comprendido todo, infalible, dotado de todas las virtudes, que sería un ejemplo a seguir. Este sueño de encontrar a alguien que responde a nuestro ideal podría impedirnos ver profundamente en nosotros mismos.
Hablar de la relación maestro-discípulo, nos conduce a hablar de lo que es un maestro y lo que es un discípulo. Para analizar lo que es un maestro, tenemos la referencia del Maestro Deshimaru o del Maestro Dogen pues este ha escrito abundantemente sobre lo que debería ser un maestro zen. El Maestro Deshimaru encarnaba realmente lo que enseñaba pero, al mismo tiempo, no era una figura tan ideal. Algunos lo han idealizado. Personalmente yo era muy próximo a él, muy íntimo y lo veía en toda su humanidad, con sus debilidades, sus apegos, sus miedos. Eso lo hacía próximo y humano y por ello yo lo quería más y quería seguirlo. Tenía la gran honestidad de no esconder sus defectos, sus ilusiones sino al contrario, nos enseñaba cómo iluminarlos. En la intimidad, tenía esa capacidad de mostrar cómo descubrir su ilusión y era muy irónico con respecto a sí mismo. Era muy estimulante y eso daba confianza. Yo no he apreciado los maestros ideales descritos, por ejemplo, por Arnaud Desjardins. A esas figuras ideales les falta un poco de humanidad y corren el riesgo de crear un gran foso entre ellos mismos y el camino que deberíamos seguir. El Maestro Deshimaru, con mucha energía, tenía una gran capacidad de arrastrar a las gentes a practicar. Para el Maestro Dogen, esta capacidad era esencial para un maestro zen. El Maestro Deshimaru, incluso fatigado, venía a hacer zazen todos los días. Eso nos impresionaba mucho.
En lo que concierne a la descripción de un maestro zen hecha por el Maestro Dogen, era haber recibido la enseñanza de un verdadero maestro e inscribirse en ese linaje. El Maestro Deshimaru estaba de tal forma impregnado de la enseñanza de Kodo Sawaki que teníamos la impresión de conocerlo. Por su enseñanza lo había vuelto a la vida. Nos mostraba los lados más entrañables de Kodo Sawaki pero en la intimidad, también nos mostraba sus ilusiones de una forma muy divertida. No idealizaba demasiado su función de maestro. La transmisión de maestro a discípulo debe ser certificada, confirmada. En nuestra tradición, estas son las características principales de un maestro e implican la naturaleza de la relación de maestro a discípulo.
Mucha gente se interroga sobre lo que es un maestro, ¡pero también habría que interrogarse sobre lo que es un discípulo! Muchos practicantes se engañan con el hecho de ser discípulos. ¡Tengo una experiencia decepcionante desde hace tiempo! La gente quiere sinceramente ser discípula de un godo pero, al mismo tiempo, quieren ser aprobados. Es a veces lo más esencial. Es decir que la elección se hace en el godo que confirma lo que la persona piensa. El día en el que ese godo enseña algo un poco diferente o critica al discípulo, ¡entonces es un mal maestro! Es una ilusión frecuente.
Un discípulo debe desear sinceramente, con mucho entusiasmo y compromiso, seguir la Vía del maestro, caminar con él en confianza pero también aceptar ser puesto en cuestión: SI un maestro no perturba jamás al discípulo y pasa el tiempo dando palmaditas en la espalda, no hace su trabajo de maestro. Un maestro debe ser también un “agitador” y el discípulo debe aceptar ser zarandeado. Sino como decía Arnaud Desjardins, somos aprendices de discípulos. El discípulo debe medir lo que quiere decir seguir la Vía. Seguir la Vía es colocarla en primer lugar en nuestra vida, como cuando nos hacemos monjes. La Vía no es un elemento dentro de un ensamblaje de las cosas que constituyen nuestra vida. Debe haber un vaivén, un vuelco en las prioridades. Si no hacemos un falso camino. El verdadero espíritu de la Vía es poner en cuestión todo lo que hemos pensado hasta el presente y dar una prioridad absoluta a la práctica de la Vía. El resto se organiza alrededor pues no abandonamos nuestra familia ni nuestra profesión pero cambiamos de perspectiva: la práctica de la Vía con el maestro, se vuelve una prioridad.
- La relación maestro-discípulo parece plantear la cuestión del Despertar. En el Denko-roku, el Despertar aparece como un acontecimiento que podemos situar en el tiempo. Esto parece oponerse a la enseñanza del zen Soto en donde la práctica de la realización…
- Hay dos sentidos del Despertar que se reúnen. El Despertar-acontecimiento, un clic que hace ver las cosas de otra manera: las ilusiones y los apegos se abandonan ahora. Es el Despertar en el sentido de kensho tal cual se enseña en la escuela Rinzai y el Despertar que el Maestro Dogen privilegió, en el que la práctica y la vida cotidiana son vividas en armonía. Este despertar no es vivido como un acontecimiento en el instante T sino como algo constante. Practicamos un zazen profundo en el que hay un verdadero abandono de nuestros apegos y nuestras reflexiones. No es cualquier práctica la que es “Despertar.” Es la práctica de shin jin datsu raku, cuerpo y mente despojados de sus apegos. Este shin jin datsu raku se produce a menudo una primera vez en un instante. Es un contacto entre la práctica y el Despertar, entonces la enseñanza es completa. Pero si no se ha sentido esta unidad, si no se produce la superación de esa dualidad entre uno mismo y la práctica, subsiste una duda. De hecho, el kensho, es el momento en el que las dudas desaparecen. Es lo que pasó entre Dogen y Nyojo. Dogen practicaba zazen desde hacía quince años y de repente, todas sus dudas a propósito de la práctica se desvanecieron incluida su duda de, ¿por qué practicar si todo es ya Buda? A partir de ese momento, su práctica pudo ser práctica del Despertar
- Keizan en el Denko-roku, presenta experiencias de personas excepcionales, ya sean Buda, los Patriarcas o el Maestro Dogen. Pero una persona ordinaria, ¿puede conocer el despertar?
- El kensho no es importante y la espera del kensho puede incluso ser un obstáculo a una práctica del despertar. Pero está bien conocer la historia de la transmisión del Despertar en tanto que kensho. No es extraña a la práctica del zen tal como Dogen lo enseñó pues él hizo comentarios sobre el Gran Satori, sobre el Despertar. A través de su enseñanza, Dogen nos muestra la forma de practicar zazen como práctica de despertar que no depende de un acontecimiento particular. Pero en un momento dado, toma a veces la forma de una conmoción y de un shock muy fuerte. Depende del karma de los individuos, de su historia. Parece que estaría relacionado con la medida de su desesperación. Personalmente, antes de empezar la práctica de zazen, estaba al borde de la locura, en una búsqueda desesperada, en busca de sentido. Estaba realmente en el fondo del pozo. El hecho de sentarme en zazen, fue una conmoción. Todo empezó a dar vueltas a mi alrededor, estaba próximo al desvanecimiento. Era un shock muy fuerte teniendo en cuenta el estado de fragilidad, de desesperación o de vulnerabilidad en el que había llegado. No pretendo ser equivalente a los grandes maestros de la tradición, pero cuando leo su historia, me recuerda lo que yo sentí, esa gran conmoción, ese gran sosiego. Mucha gente viene al zen sin llegar al fin de su desesperación. En el zen Rinzai el rol del maestro es un poco ese, llevar a la gente a la desesperación a través de la práctica del koan. Artificialmente, la práctica del koan pone a la gente en un callejón sin salida. Si llegan a abandonar, a cambiar de estado de conciencia, se provoca un sentimiento conmovedor de liberación, proporcional al callejón sin salida en el que se han metido. En el zen Soto, no creamos ese tipo de desesperación artificial. Por el contrario, para mucha gente, la vida es un koan y estaría bien que cada uno tomara por medio del cuerpo el koan de su vida, que las dificultades encontradas no sean obstáculos sino un koan a “cargarse” verdaderamente, profundamente para llegar a un verdadero cambio de conciencia.
- Como maestro, ¿deberás certificar el Despertar de un discípulo?
- ¡Por supuesto! A través de lo que puedo observar de la práctica y de la evolución pues pueden darse formas de despertar brutal, abrupto, un poco espectaculares pero me fio. Después del shock de mi primer zazen, cuando no conocía ni el budismo ni el zen, volví a “currar” pero ya no tenía la desesperación existencial de antes. Había una enorme diferencia. Sin embargo, queda todo por hacer a partir de ese momento. Ese fue el rol del maestro Deshimaru, mostrar que aunque en un momento dado tengamos una intuición muy fuerte, no significa que todo nuestro ser se haya transformado. En efecto, nos arrastra nuestro karma pasado, nuestros condicionamientos. Son los viejos hábitos de los que habla Wanshi. El Despertar debe ser actualizado en lo cotidiano viviendo en armonía con lo que es la práctica de zazen. Es menos espectacular pero bastante más profundo. Necesito pues apreciar la intuición y la comprensión pero, sobre todo, mirar los actos. Mucha gente lee kusen, se impregnan y tienen la impresión de haber comprendido pero, ¡son loros! Lo importante no es quedarse con las palabras, haber retenido los conceptos, sino actualizarlos: es el comportamiento. El Maestro Deshimaru apreciaba a los discípulos más en el comportamiento que en las discusiones.
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